El domingo 21 de febrero vi en el cine El hombre lobo (The wolf man), de Joe Johnston, director de películas americanas comerciales de aventuras como Jumanji, Rocketeer o Cariño, he encogido a los niños. Como todos sabemos, hay multitud de películas sobre este mito del terror, y el tema se ha tratado de infinitas formas en el cine, pero este film en concreto es un remake de otro de 1941. Esta nueva versión, ambientada, como la original, en el siglo XIX, tiene un nombre propio: Benicio del Toro, actorazo donde los haya, que además de ser uno de los productores de la película, interpreta al protagonista, Lawrence Talbot. Este es un actor de teatro británico, proveniente de la nobleza, que vuelve a su casa después de veinte años, tras recibir una carta de Gwen Conliffe, la prometida de su hermano, notificándole que su hermano ha desaparecido y pidiéndole ayuda para buscarlo. Cuando llega a la mansión, se reencuentra con su padre, con el cual no se hablaba desde que murió su madre, y su hermano aparece muerto en el bosque, con señales de haber sido asesinado brutalmente. En el pueblo todos dicen que hay una bestia feroz que está matando a la gente, así que la policía empieza a investigar… Es el hombre lobo, claro, pero ¿quién es el hombre lobo? La película en conjunto está bastante bien; es una mezcla acertada de drama decimonónico y de horror gótico, con su parte de romance, de efectos especiales y algo de gore. El maquillaje nos muestra a un hombre lobo muy clásico, las transformaciones son típicas, pero impactantes, y la atmósfera es muy poética, con la luna llena y los paisajes brumosos ingleses. El conjunto se beneficia del gran talento de Benicio del Toro, un actor con aspecto de brutote pero con un enorme carisma. Los demás actores también están muy convincentes: Hugo Weaving, Geraldine Chaplin, y Emily Blunt, muy guapa en su papel de heroína romántica. El único que no me gusta mucho es Anthony Hopkins, que interpreta al muy siniestro padre. Este hombre, a veces hace actuaciones impresionantes, pero otras veces, como en esta peli, sobreactúa un poco. Yo creo que El hombre lobo en general consigue lo que pretende: entretener y a ratos emocionar con esta nueva revisión de un personaje de leyenda, el licántropo que inspira miedo y también tristeza.
domingo, 28 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
La cosa: Terror en la Antártida
Como ya sabéis (bueno, no sé si lo sabéis), El País ha sacado una colección de cine de terror, con películas de varias épocas, muchas de las cuales ya son clásicos: El resplandor, El exorcista, La semilla del diablo… Peliculones, con muchos extras y en un formato muy chulo de libro-disco. Las pelis vienen con el periódico de los domingos, pero… la distribución es un poco escasa, vamos, que cuesta trabajo conseguirlas. Así que ya sabéis, eso de “Cada domingo con su ejemplar de El País, consiga la maravillosa película”, no es del todo cierto; en Madrid no sé cómo será, pero aquí en Cádiz es una difícil búsqueda. Pues en una de esas búsquedas encontré La cosa (The thing), del maestro John Carpenter, uno de esos directores emblemáticos del cine de terror y ciencia ficción, que comenzó en los años 70 con films de serie b, y que tiene títulos tan originales y personales como 1997: Rescate en Nueva York, y su secuela 2013: Rescate en L.A., El pueblo de los malditos, o Fantasmas de Marte (una de esas pelis que no le gustan a nadie y a mí me encantan). La cosa (también llamada El enigma de otro mundo) es una cinta de 1982, remake de un clásico de 1951, y pertenece al subgénero de extraterrestres peligrosos e invasores. La acción se sitúa en una estación experimental en la Antártida, donde unos científicos descubren que un extraño ser que vino del espacio hace más de 100.000 años, quiere extenderse y apoderarse de nuestro planeta. La manera de hacerlo es invadiendo los cuerpos de los seres vivos que tiene cerca y haciéndose pasar por ellos, como hacían las vainas de La invasión de los ladrones de cuerpos, con algunas diferencias: no hace falta que estén dormidos, y los espectadores vemos todo el proceso de conversión. La película está llena de efectos especiales impactantes para la época en que fue rodada, y yo creo que también para la actualidad: cuerpos retorciéndose y transformándose, cuerpos abiertos en canal, vísceras de todo tipo… Sin embargo, a mí no me resultó desagradable, y yo odio el gore, pero más que gore es pura fantasía artesanal. Hay que recordar que es una peli de los 80, así que, nada de ordenador, todo maquillaje y prótesis. El creador de todo este alarde visual fue Rob Bottin, que desde luego hizo un trabajo asombroso. Pero los efectos visuales no dominan la cinta, porque también hay una parte fundamental de suspense. El pánico se apodera de los protagonistas cuando se dan cuenta de que el ente extraterrestre puede haber tomado la forma de alguno, o algunos, de ellos, así que está infiltrado allí mismo. Aquí tenemos un tema recurrente en el cine de Carpenter: las reacciones de varios personajes aislados en una situación límite y sin confiar los unos en los otros. La paranoia está servida. En estas situaciones de amenaza siempre hay alguien que tiene más iniciativa y se erige en líder del grupo; aquí es el personaje de McReady, el piloto de la base, interpretado por el maravilloso Kurt Russell, que es el principal protagonista de la acción y está fantástico en su papel de héroe duro y solitario. Por cierto, me encanta este hombre, sobre todo de joven, tenía muchísimo morbo, no sé qué hace casado con la repelente de Goldie Hawn. También tengo que mencionar la banda sonora; Carpenter suele componer la música de sus películas, y es una música muy particular, minimalista, simple pero muy inquietante. Aquí, aunque se encargó la banda sonora a Ennio Morricone, se distinguen también los acordes del sintetizador de Carpenter, que se repiten una y otra vez de una forma bastante terrorífica. La verdad es que La cosa es un peliculón, inteligente, muy emocionante, y brillante en el aspecto visual. Una obra que yo creo que no ha envejecido en casi 30 años.
miércoles, 17 de febrero de 2010
The road: Otro dramón post-apocalíptico

lunes, 15 de febrero de 2010
Sherlock Holmes: Superdetective en Londres

domingo, 7 de febrero de 2010
Precious: Hiperrealismo social

Ya han salido las nominaciones de los oscars. Este año les ha dado por nominar diez pelis a la categoría de mejor película, cuando todos los años han sido cinco (la industria hollywoodiense está soltando mucha pasta); y yo soy tan absurda, que tengo la tradición de intentar ver todos los años las nominadas en esa categoría, en la de película de animación y en la de película extranjera (éstas sí que es imposible verlas todas). Las veo aunque piense que no me van a gustar; ya sabemos que los premios de los oscars se deben más que nada a las negociaciones y que no siempre ganan los que se lo merecen, pero a mí me encanta ese festival. Tiene tanto glamour… qué frívola soy. Total, que ahora tengo que ver un montón más de pelis, qué estrés. Por eso el domingo 7 de febrero fui a ver Precious, de Lee Daniels, sólo porque está nominada a mejor película; si no no la hubiera visto, porque no es el tipo de cine que más me gusta. El film es un dramón tremendo, un retrato durísimo de la vida de una adolescente en los barrios deprimidos de Nueva York. La adolescente se llama Clareece “Precious” Jones, vive en Harlem, es negra, pobre, con sobrepeso (con mucho sobrepeso) y su vida es una mierda: a sus 16 años, está embarazada por segunda vez de su propio padre, su primera hija tiene síndrome de Down, y su madre es una auténtica bestia que le insulta y le pega sistemáticamente. Va a una escuela de población marginal, claro, y no sabe leer ni escribir. Así de crudo, y así lo vemos en la película. Menos mal que el drama se suaviza un poco cuando la directora de su colegio, que sabe que le interesan las clases y que podría llegar a ser una buena estudiante, le anima a apuntarse en una escuela alternativa, donde hay muy pocos alumnos en cada clase, aunque también son marginales, y donde pueden aprender mejor. Allí hace amistad con las compañeras, que son todas unas locas adolescentes descerebradas, pero son graciosas, y con la profesora, que es el personaje más bondadoso de la película, menos mal, porque yo lo pasé fatal viendo tantas desgracias, una detrás de otra. Todos dicen que la mejor actuación es la de una tal Mo’nique, que interpreta a la madre de Precious, y la verdad es que la tía lo borda, pocas veces he visto un personaje tan odioso y tan patético. De todas formas, no me ha gustado mucho la peli, no porque sea mala, que no lo es, de hecho es muy buena. Pero tanto realismo me agota, sobre todo porque sabes que estas cosas sí que son reales. Es un film multipremiado, que se llevará unos cuantos oscars, y que les encantará a los académicos hollywoodienses: realista, crudo, con mensaje de autosuperación y trasfondo optimista, después de todo. Con mucha moraleja. Y para los que les guste sufrir en el cine.
Up in the air: Vivir viajando

La cuarta fase: Abducidos

viernes, 5 de febrero de 2010
Callejón infernal: Otra rareza apocalíptica

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