lunes, 28 de enero de 2013

Películas veraniegas II

Hola, amigos, ya estoy aquí otra vez, después de muchísimo tiempo, con el segundo post de las películas que vi en verano, que ya no pega ni con cola, y sé que no tengo disculpa, ni perdón de Dios, pero en fin, ahí va:

Madagascar 3: De marcha por Europa (Madagascar 3: Europe’s most wanted), de Eric Darnell. Los cuatro animalitos que en la primera parte se escaparon del zoo de Nueva York y acabaron en la isla de Madagascar, vuelven ahora en la tercera entrega de una de las franquicias animadas de Dreamworks. Esta vez, aburridos de su vida en el mundo salvaje, deciden volver al zoo, siempre liderados por Alex, el león. Así, tratando de llegar a América, pasan por Montecarlo y terminan enrolándose en un circo que recorre distintas ciudades europeas. La película tiene las señas de identidad de toda la saga y de este tipo de cine: humor alocado, efectos digitales impresionantes, como no podía ser de otra manera (estamos hablando de la productora de Spielberg), y personajes excéntricos. Los protagonistas son animales que actúan como personas y pueden hacer lo mismo que ellas, más o menos, pero sólo cuando no están en presencia humana, lo cual lleva a situaciones bastante absurdas. Sí que son humanos los villanos, a cuya cabeza está la capitana DuBois, una malvada agente de la policía de Montecarlo obsesionada con capturar a nuestros héroes y añadir la cabeza del león Alex a su colección. Hay acrobacias imposibles, saltos que se convierten casi en vuelos, rompiendo todas las leyes de la gravedad, y descubriremos que un tigre puede pasar por el ojo de una aguja. También hay parejas (románticas) muy surrealistas y más imposibles todavía, como la formada por el rey de los lemures y Sonia, una osa que es todo menos delicada. O la de Gloria y Melman, hipopótama y jirafa (pero jirafa macho, ¿eh?, que no se asusten los papás, que no hay amor animal homosexual), respectivamente. De todas formas, los cuatro personajes principales son bastante carismáticos y no me resultan muy histriónicos, excepto, quizá, Marty, la cebra. Pero los mejores son los pingüinos, que acompañan a nuestros protagonistas desde el principio, y son una especie de batallón militar, y los “adorables” perritos del circo, con voz de mafiosos.

El filo de la navaja (The razor’s edge), de Edmund Goulding. Adaptación de 1946 de una famosa novela de Somerset Maugham, escrita en 1944. Tyrone Power, uno de los galanes más cotizados del momento, interpreta a Larry Darrell, un joven americano que, tras la I Guerra Mundial, desencantado de todo, decide abandonar su cómoda existencia, para encontrarse a sí mismo y al sentido de la vida. Esta búsqueda le lleva a los bohemios barrios de París y al Himalaya, nada menos. Años después vuelve convertido en un hombre nuevo, con toda la sabiduría y la espiritualidad del mundo, y se reencuentra con su antigua prometida, Isabel, casada y con hijos. Ella recurrirá a todo tipo de maniobras, algunas no muy éticas, para recuperarle. El tema principal de la película me parece muy interesante, ya que siempre me han atraído estas cuestiones místicas y filosóficas, pero opino que la cinta no le saca todo el partido que podría, ni mucho menos. No sé cómo será la novela, pero la película se centra más que nada en la relación tormentosa de la pareja protagonista, y en las vicisitudes de algunos personajes secundarios (bueno, sobre todo de uno, el de Anne Baxter). Me habría gustado que nos mostrasen algo del proceso de transformación del protagonista, o de su estancia en el Tibet, pero sólo vemos a Larry antes, con su crisis existencial, y después, convertido ya en un ser iluminado. De todas formas, los personajes son interesantes y están llenos de matices, sobre todo Isabel, interpretada por la guapísima Gene Tierney: superficial, maquiavélica, atormentada y enamorada. También está fantástica Anne Baxter, en un papel breve pero intenso, que le valió el oscar a la mejor actriz secundaria. En fin, todo un dramón clásico y romántico.

Tan fuerte, tan cerca (Extremely loud and incredibly close), de Stephen Daldry. La verdad es que sólo vi esta película por mi tonta costumbre de ver cada año todos los filmes nominados al oscar a mejor película, y como cada año hay más… qué agobio. Había leído críticas que la ponían a parir: “falsa e histérica”, “pornografía del dolor” (esa expresión está muy de moda ahora), “insoportable cursilería”… eran algunas de las perlas que soltaban los entendidos. Además los anteriores trabajos de Stephen Daldry ya me parecían un poco lacrimógenos gratuitamente: la aclamada Billy Elliot tiene un argumento y unos actores estupendos, pero el desarrollo de la peli me parece tramposo e inverosímil; Las horas también tiene grandes actuaciones, pero, en mi opinión, abusa de los momentos dramáticos, y algunos no vienen ni a cuento; El lector me gustó más, pero también es un dramón de tomo y lomo. Total, que creía que iba a ser una cinta de estas que se recrean en el sufrimiento y que dan un poco de vergüenza ajena, por muy doloroso y terrible que sea el acontecimiento en el que se basa. Pero, para mi sorpresa, me encontré con un argumento bastante interesante, con un niño protagonista muy particular, con problemas emocionales y psicológicos, que arrastra la pena y el recuerdo de su padre muerto en el atentado del 11-S, y embarcado en una especie de búsqueda del tesoro en pleno Manhattan. La historia me pareció emotiva y no sensiblera, los protagonistas, bastante cercanos y creíbles, y los personajes de fondo, los habitantes de N. York, muy humanos, unidos por un dolor colectivo en el que la película no se recrea excesivamente, en mi opinión. El niño, Thomas Horn, está fantástico, un poco repelente y antipático, pero en realidad su personaje va de eso, no creo que pretenda ser un niño encantador. Él es la verdadera estrella de la función y los demás personajes danzan a su alrededor. Tenemos a Tom Hanks, en un breve papel que le va como anillo al dedo, el de padre de familia entregado y que lo soluciona todo; a Sandra Bullock, de madre sufridora, cuya actuación por lo menos no chirría, y tratándose de ella me conformo; y a la gran vieja gloria Max Von Sydow, que debe tener como 400 años, pero que lo borda, como siempre. Así que yo os recomiendo la peli. Mi sensibilidad debe ser distinta a la de los críticos, porque no me pareció tan lacrimógena, sino bastante conmovedora.

Brave, de Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell. Otra nueva peli de animación de Pixar, que desde que es Pixar-Disney, o Disney-Pixar, ha decaído bastante en sus argumentos y en la forma de contarlos, aunque sigue siendo impecable en los aspectos técnicos. En mi opinión, sus pelis ya no son esas obras de arte que nos fascinaban con su originalidad y sus personajes tan humanos, aunque en realidad eran objetos, animales o extraños seres. Ya no es la indiscutible líder del cine de animación occidental, la única capaz de competir con las maravillosas y surrealistas producciones del Studio Ghibli. Pues no, Pixar ya no es lo que era, y ahora su cine se debate entre la ñoñería familiar de Disney y la dura competencia de un sin fin de productoras (Dreamworks, Skyline, Aardman Animation…), capaces de facturar obras de igual calidad y entretenimiento para niños y mayores. Al final, el sueño creado por Steve Jobs y John Lasseter fue engullido por la maquinaria Disney, qué pena. En el caso de Brave, como podíamos esperar, el argumento es bastante simple, pero visualmente es una maravilla. La película está ambientada en la antigua Escocia, en la época de los clanes, y la protagonista es Merida, la hija mayor del rey Fergus, una joven rebelde que se niega a seguir la tradición de casarse con uno de los primogénitos de los otros clanes para unir a las familias, ya que ella es una chica independiente y sólo desea ser arquera. Comienza así una especie de viaje interior para tratar de encontrarse a sí misma y su camino en la vida, unido esto a acontecimientos de tipo mágico que afectarán también a su entorno. La película nos presenta los mensajes habituales en este tipo de producciones destinadas a niños y preadolescentes: la búsqueda de la madurez, la importancia de tomar tus propias decisiones, sin olvidar tampoco el valor de la tolerancia y la comprensión hacia las personas que te rodean y que no piensan como tú. En Brave, este rol lo representa la propia familia de Merida, que son adorables y encantadores, pero no comparten del todo su forma de ver la vida. Como veis, el contenido de la cinta es totalmente Disney; sólo el envoltorio es Pixar, con unos efectos visuales impresionantes, una recreación fantástica de los verdes paisajes escoceses y un cuidado por los mínimos detalles en los decorados y personajes. Mención especial para el pelo de Merida (una preciosa melena roja y encrespada), y para sus hermanos pequeños, tres diablillos que aportan el tono políticamente incorrecto a la cinta. Los personajes en general son bastante divertidos y cercanos, y no hay villanos propiamente dichos (aunque aparece por ahí una bruja con algo de mala leche…). En fin, una peli recomendable para toda la familia, con aire de cuento de hadas, y un regalo para la vista, pero que tampoco nos cuenta nada nuevo. Ah, últimas noticias (como tardo tanto en escribir…). En Navidad he visto Rompe Ralph, que es totalmente Disney, pero parece cien por cien Pixar (o lo que era antes Pixar): un prodigio de imaginación y de creación de otros mundos. ¿Se estarán intercambiando los papeles en la factoría del tío Walt?

Todavía me quedan dos posts más con las pelis veraniegas de 2012, y como al final no se acabó el mundo, no tengo más remedio que escribirlos, así que los terminaré, aunque sea en el verano de 2014. Un abrazo y hasta pronto, espero!