lunes, 5 de diciembre de 2011

Eva: Drama cibernético

Hola, amigos, después de todo este tiempo alejada del mundo de los blogs, aquí estoy, escribiendo sobre una de las pelis más originales y emotivas que he visto últimamente en el cine, y que, como muchas de las que me gustan, parece que no ha tenido mucho éxito de público. Esta vez estamos en el año 2041, en el futuro, pero no es un futuro apocalíptico, sino una sociedad como la de I.A. o Yo, robot. La tecnología permite construir robots de apariencia humana y animal, que acompañan a los humanos y realizan todo tipo de tareas. Álex, un brillante ingeniero cibernético, regresa a su ciudad, Santa Irene, después de diez años fuera, dedicado a la investigación. Ha sido contratado por la Facultad de Robótica para llevar a cabo un proyecto revolucionario: construir un niño robot. A su llegada se reencuentra con su hermano, David, que se ha casado con la antigua novia de Álex, Lana. Ellos también son ingenieros cibernéticos, pero no tenían tantas ambiciones como Álex y se “conforman” con dar clase en la Facultad. Álex necesita un niño que sirva de modelo para su proyecto, y elige a Eva, la hija de David y Lana, una niña muy especial con la que pronto surge una gran relación de amistad y complicidad.

Eva es el primer largometraje de Kike Maíllo. Se trata de una película española de ciencia ficción, un género apenas tratado en nuestro cine, así que se agradece que aparezca un título de estas características en el panorama patrio; yo pertenezco al grupo de espectadores que no odia el cine español, al contrario, me gusta bastante, pero a veces está bien descansar de dramas sociales, comedias descerebradas y relatos de la Guerra Civil. Además, es una de estas películas que no parecen españolas, a pesar de que su reparto, equipo y producción son de aquí. Tampoco parece una cinta hollywoodiense. No esperéis escenas de acción; sí hay efectos especiales e imágenes visualmente impactantes que nos muestran una sociedad de tecnología avanzada, con hologramas, superordenadores, y emociones fabricadas artificialmente. También hay bonitos paisajes nevados y un ambiente melancólico. Porque esta película, francamente, es un drama romántico y sentimental. Más que nada tiene estilo de cine europeo, con ritmo pausado (pero no lento ni aburrido, o a mí no me lo pareció), factura elegante y descripción de sentimientos. El prota, Álex, es el muy carismático Daniel Brühl, fantástico, como siempre, y muy creíble como un genio introvertido, melancólico y enamorado. Los otros dos vértices del triángulo amoroso, Lana y David, son Marta Etura, que se luce bastante en un papel de científica-brillante-madre-sufridora-heroína-atractiva y también enamorada, un personaje completito, aunque un poco secundario; y Alberto Amman, que por desgracia, aquí no tiene mucha oportunidad de demostrar su talento, ya que su personaje es un poco flojito, creo yo, y sirve más que nada de apoyo para la trama sentimental. También se agradece la presencia de Lluís Homar, uno de los actores más camaleónicos que hay en el cine español, genial en el rol de un entrañable robot-mayordomo (o algo así), y que incluso llega a eclipsar al mismísimo Daniel Brühl en las escenas que comparte con él. La que no me convenció mucho fue Eva, no porque la actriz que la interpreta, Claudia Vega, lo haga mal, al contrario, está muy acertada, sobre todo en las escenas dramáticas. Lo que no me convence es el propio personaje; se supone que tiene que ser una niña con una personalidad magnética, arrolladora, compleja, y muy madura para su edad, pero a mí me pareció una cría un poco repelente, y entonces me costó más trabajo empatizar con ella. Esta peli no está durando mucho en los cines (en Madrid o Barcelona no sé, pero en mi modesta ciudad provinciana sólo ha estado unas dos semanas). Yo os recomiendo que la veáis, si queréis sumergiros en un relato futurista, intimista, con fotografía espectacular, ambiente gélido y paisajes invernales, máquinas que son más humanas que las personas, y un gato robot. Muy bonita.