jueves, 17 de octubre de 2019

Noche de bodas (Ready or not): Bienvenida a la familia

Grace es una joven que se va a casar con su novio Alex, que pertenece a una familia muy rica y poderosa, el clan Le Domas. En la misma noche de bodas, que van a pasar en la enorme mansión de la familia, Grace es invitada a participar en una tradición que consiste en sacar una carta de una caja y jugar al juego que diga esa carta. Le sale el juego del escondite, así que tiene que esconderse en algún sitio de la casa y los demás deben buscarla. Lo que ella no sabe es que tienen que buscarla para matarla.


Noche de bodas (Título en España), es una mezcla del género survival horror y de comedia negra, negrísima, macabra y sangrienta. La heroína va a pasar toda la noche huyendo por los laberínticos pasillos o escondiéndose en los más ocultos rincones de la mansión. Huyendo de su familia política, que la persiguen con todo tipo de armas medievales. El argumento es muy delirante, la película muy entretenida (para el que le gusta este género, claro), pero hay muchos agujeros de guión y cosas que deberían habernos explicado. Pero para pasar un rato de risa y terror, cumple muy bien, creo yo. La protagonista es Samara Weaving, una actriz australiana que dicen que se parece mucho a Margot Robbie, y es verdad. También aparece Andie McDowell interpretando a la suegra desquiciada, y es que en esa familia están todos muy locos.


Joker: El origen del mal

Arthur Fleck es una buena persona. Vive en Gotham, la ciudad de Batman, con su madre anciana a la que cuida con cariño. Lo que más le gusta es hacer reír a los demás, y trabaja de cómico en un pequeño club y de payaso animando a los niños en el hospital público. Su mayor sueño es actúar en la tv y aparecer en el show de Murray Franklin. Pero Arthur tiene problemas mentales, lo cual dificulta su relación con la gente y hace que muchos le traten mal. Día tras día, golpe tras golpe, insulto tras insulto... ¿Cuánto tardará Arthur en explotar?
Joker, de Todd Phillips, nos cuenta cómo un hombre bondadoso, infeliz e inestable se convirtió en uno de los más temidos villanos en el mundo de DC Comics (y sus correspondientes películas). Pero los guionistas, Todd Phillips y Scott Silver, no se han inspirado en ningún cómic, sino que han inventado su propia historia, una crítica a la deshumanización de la sociedad, al trato que reciben las personas diferentes. No es una aventura de superhéroes, no esperéis ver a Batman en su coche corriendo a salvar la ciudad. Es un drama muy oscuro sobre un perdedor al que la vida le va arrebatando una a una todas las cosas que le importan, hasta que cae en una espiral de odio y locura irreversible. La película está hecha para el absoluto lucimiento de Joaquin Phoenix, uno de estos actores que se comen la pantalla y que está enorme en su desquiciado y espeluznante personaje. El film ha tenido un gran éxito de público y crítica, ya es una película de culto, y en muchas páginas de cine está entre las 10 mejores de la historia. No está mal para un director cuyo historial eran comedias descerebradas como la saga de Resacón y Road trip (Viaje de pirados). Ya sabéis, si queréis pasar un buen / mal rato con los bailes desequilibrados y la risa demente del pobre Arthur, id a ver Joker. Os encantará, u os dará mal rollo, o las dos cosas. A mí no me encantó, pero sí me dio muy mal rollo.

jueves, 3 de octubre de 2019

Marianne: El cuento de la bruja

Emma Larsimon es una joven escritora que se ha hecho mundialmente famosa con una saga de terror en la que su heroína, Lizzie Lark, se enfrenta a la bruja Marianne. Justo cuando ha decidido que va a terminar con esas novelas y a cambiar de registro, recibe la visita de una amiga de la infancia que le trae recuerdos, no todos agradables, del pasado. Una serie de trágicos acontecimientos la obligan a volver a Elden, el pueblo donde pasó su niñez y adolescencia. Allí se reencuentra con sus padres, sus amigos y amores de juventud, y se da cuenta de que las historias de sus libros tal vez no son tan ficticias.


Marianne es una serie de tv francesa, dirigida por Samuel Bodin. Se trata de una de las últimas apuestas de Netflix por el terror, y parece que sí que ha conseguido aterrorizar a la mayoría del público y críticos. La verdad es que tiene escenas inquietantes, una atmósfera oscura, gotas de humor negro, apariciones sobrenaturales que te asustan aunque las estés esperando... y luego está Madame Daugeron, interpretada magistralmente por Mireille Herbstmeyer, una de las mujeres más espeluznantes y terroríficas que he visto en una pantalla. La protagonista, Emma Larsimon, interpretada por Victoire Du Bois, es un personaje con carisma y logra que empaticemos con ella, con sus miedos, sus dudas, sus éxitos y fracasos, y su lucha contra los demonios, demonios de verdad, de los que nos aterrorizaban de pequeños. Yo creo que hay algo de ella en todos nosotros, y también de su grupo de amigos, entrañables, imperfectos, unidos y a la vez rotos por la vida y por su involuntaria lucha contra el Mal. A mí la serie no me ha parecido tan, tan terrorífica como a casi todo el mundo, pero pienso que merece la pena verla y sumergirse en esta historia de miedo, de brujas antiguas y actuales, posesiones diabólicas, niños que no siempre sobreviven y adultos que un día desaparecen. ¿Te atreves a entrar en su mundo?



martes, 1 de octubre de 2019

Crónicas del finde pasado: A dos metros de ti, Ad astra y Blinded by the light

El finde del 21 y 22 de septiembre lo pasé casi entero en el cine. Tres películas vi. Las dos primeras, muy bonitas, pero me dejaron un poso de tristeza y mal rollo: A dos metros de ti y Ad astra. Menos mal que el domingo vi Blinded by the light, una historia optimista y además real.                                                                                                                                                                                                          















A dos metros de ti (Five feet apart), de Justin Baldoni. Stella y Will son jóvenes, guapos, inteligentes y están enamorados. Pero no pueden estar juntos. Los dos padecen fibrosis quística, una grave enfermedad que les obliga a pasar mucho tiempo en el hospital, y que también les obliga a estar separados para evitar contagios. Si se acercan a menos de dos metros, podrían incluso morir. Una "love story" dramática en toda regla. Pasamos toda la película viendo cómo ellos intentan vivir su amor, burlar a la muerte, acercarse de algún modo, ser felices en su terrible situación. Es una cinta para público adolescente y transmite optimismo y ganas de vivir a pesar de todo, pero si la veis, llevaos los kleenex.









Ad astra, de James Gray. En un futuro, no sé si cercano o lejano, al astronauta Roy McBride le encargan la misión de viajar hasta los confines del Sistema Solar, a Neptuno, para averiguar qué ocurrió con una expedición desaparecida hace 30 años, cuyo resultado está poniendo en peligro la vida en la Tierra. Además, resulta que el comandante de dicha expedición era el padre de Roy, el cual se sospecha que sigue vivo. Brad Pitt es el protagonista casi absoluto de esta epopeya espacial, aunque también aparecen por ahí Donald Sutherland y Tommy Lee Jones La película tiene unas imágenes impresionantes y espectaculares, algo de acción, y mucha introspección en la mente de Roy. No esperéis Star Trek ni Guardianes de la galaxia, sino más bien una mezcla de Apocalypse now y 2001, odisea del espacio, pero mucho menos aburrida que esta última. Me fascinó contemplar la belleza e inmensidad del espacio, y esta misma inmensidad me transmitió una sensación de soledad tremenda. Pero me parece una peli muy interesante, en la que sí ocurren cosas, y no me aburrió para nada, sólo me dio un poco de mal rollito. 

                                                                                                                 



















 




















Blinded by the light (Cegado por la luz), de Gurinder Chadha. En Inglaterra, a finales de los años 80, en un pueblo perdido llamado Luton, vive Javed, un adolescente británico de origen paquistaní. Son años de cambios sociales, recesión económica y resurgimiento del movimiento neonazi. Todo esto afecta a Javed, que quiere ser escritor y vive oprimido por las ideas tradicionales de su padre. Pero un día descubre la música de Bruce Springsteen y sus letras le dan la fuerza necesaria para perseguir sus sueños. Como indica el título, es una película muy luminosa, optimista y de buen rollito. Está basada en las experiencias reales del escritor Sarfraz Manzoor, y dirigida por Gurinder Chadha, directora británica de origen hindú, que ya nos hizo sonreír en 2002 con Quiero ser como Beckham y en 2004 con Bodas y prejuicios, adaptación de Orgullo y prejuicio en plan Bollywood. Para pasar un buen rato y trasladarse a los 80.

                                                                  



Crónicas del finde: Downton Abbey y 1922

Este finde, el cine me ha trasladado al campo y a otra época, a los años 20 del siglo pasado, con dos películas muy distintas.


Downton Abbey, de Michael Engler. Se estrena en cine como secuela de la serie de tv del mismo nombre, serie que narra la vida de los habitantes de una mansión de la campiña inglesa, desde antes de la Primera Guerra Mundial hasta los años 20. Conocemos la historia, tanto de la familia aristócratica propietaria, los Crawley, como de sus sirvientes, que viven en la parte de abajo de la casa. La acción de la película se sitúa ya en 1927. El rey y la reina de Inglaterra, en uno de sus viajes, van a visitar Downton, y este hecho, lógicamente, es un gran acontecimiento y tiene revolucionados a todos nuestros protagonistas. La película es como un regalo para los fans de la serie. Yo soy una de ellos, he devorado sus 6 temporadas, y ha sido como un reencuentro con viejos amigos. La peli mantiene la alta calidad de la serie, la ambientación recreada hasta el más mínimo detalle, los actores bordan sus papeles, los personajes siguen igual de carismáticos, hermosa fotografía, la misma música nostálgica... El tono es amable y de buen rollo, no es esta una historia de intrigas ni conspiraciones. En Downton la vida transcurre plácidamente, y los dramas y problemas se van resolviendo con buena voluntad y amistad entre los personajes. Tanto la serie como la película son complacientes con el modo de vida de aquellos tiempos, indulgentes con la aristocracia, la servidumbre... Pero nos lo venden todo tan bien, que los fans compramos encantados. Para olvidarse de todo por un rato.




1922, de Zak Hilditch. Si Downton Abbey desprende luminosidad, 1922 es el reverso oscuro. En el año que da título a la película, Wilfred James, propietario de una granja en un pueblo de Estados Unidos, desea ampliar esta con el terreno que su esposa ha heredado de su padre. Sin embargo, la esposa, Arlette, harta del campo, quiere vender su hacienda para irse a la ciudad. El ambicioso Wilfred, en conspiración con el hijo adolescente de ambos, decide matar a su mujer. La película es la adaptación de un relato corto de Stephen King, así que es un cuento de horror, con atmósfera oscura y macabra, y escenas desagradables y espeluznantes, como cabe esperar del maestro del terror. El actor principal, Thomas Jane, está impresionante en el papel del hosco, manipulador y maligno Wilfred. Aquí no hay nada amable ni complaciente, con la excepción, tal vez, de la historia de amor entre el hijo, Henry, y la joven Shannon. La situación es cada vez más dramática y aterradora. Para sufrir otro rato.











lunes, 20 de marzo de 2017

Creed. La leyenda de Rocky: Rocky crepuscular


Adonis Johnson es un niño conflictivo. No sabe quién es su padre, su madre murió hace unos años y va de centro de acogida en centro de acogida y de correccional en correccional. Un día de tantos que está castigado en aislamiento aparece Mary Ann, una elegante y bondadosa señora que está decidida a adoptarlo, y que le habla de su padre. Ella le conocía muy bien, porque era su marido: nada menos que Apollo Creed, el campeón mundial de los pesos pesados, fallecido en un brutal combate antes de que Adonis naciera. Pasan los años y vemos a Adonis (que el nombrecito también, vaya tela, pero teniendo en cuenta el nombre de su padre…), convertido en un joven ya mayor de edad. Vive muy bien, en una casa muy lujosa (porque Apollo Creed, campeón de fama mundial, lógicamente, estaba forrado), con su madre adoptiva, a la que quiere mucho, y con un trabajo super guay de directivo de una empresa, o algo así. Pero… Adonis lleva el boxeo en la sangre; de hecho, en sus ratos libres, para desestresarse, se va a luchar en combates ilegales en Tijuana, México, y siempre gana y vuelve con pocos rasguños. Hasta que un día decide hacer de su afición su modo de vida, para gran disgusto de su madre, que sigue recordando cómo acabó Apollo, lo deja todo y se va a Filadelfia a buscarse un entrenador muy especial… Lo habéis adivinado, ¡sí, Rocky Balboa!, que como todos sabemos, fue al principio rival y después gran amigo de Apollo, y que también fue campeón mundial no sé cuántas veces. Al principio, como os podéis imaginar, las cosas no serán fáciles para Adonis; Rocky vive retirado del boxeo, regentando el restaurante de su querida y difunta esposa Adrian, no tiene apenas contacto con su único hijo, y todos sus amigos y compañeros de fatigas murieron, así que ya no quiere saber nada de aquel mundo que tantas alegrías y disgustos le dio. Pero poco después, como no podía ser menos, la determinación y entusiasmo del joven Creed le convencen, y acepta entrenarlo, e incluso le consigue un combate con un duro y peligroso rival que, claro, también es campeón mundial, si no no tiene gracia. ¿Conseguirá Adonis superar el gran desafío, no decepcionar a Rocky, ser digno del legado de su padre, y, lo que es más importante, enfrentarse a sus propios temores?


Creed (en España le han añadido el subtítulo La leyenda de Rocky, para que quede claro de qué trata la película, por si alguien está despistado y se la pierde por tener un título tan raro), es el segundo largometraje de Ryan Clooger, director que yo no conocía de nada. Su primera película, Fruitvale Station, estrenada en 2013, es un film de corte independiente y minoritario, pero que ganó un montón de premios en prestigiosos festivales, como el de Sundance, y hasta fue a Cannes. Narra (y denuncia) la tragedia real de Oscar Grant, un joven afroamericano que fue detenido por la policía en el metro de Oakland en la Nochevieja de 2008, en un altercado, y asesinado por uno de los agentes por un tiro en la espalda. Después de sus comienzos con una obra social y de denuncia, creo que Ryan Coogler se ha pasado definitivamente al cine palomitero (no lo digo en tono peyorativo, que yo soy la primera a la que le gustan los blockbusters), ya que su próximo proyecto, con estreno previsto para 2018, es la adaptación de las aventuras de Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la historia. Eso sí, Coogler continúa con su compromiso hacia la población de color: hasta ahora, todos los protagonistas de sus películas son de raza negra. Adonis Creed es interpretado por Michael B. Jordan, que también era el prota de Fruitvale Station, pero que no lo será de Pantera Negra; el papel lo hará Chadwick Boseman, quien fue James Brown en el biopic I feel good (título en España, porque el título original de la peli es el de otra canción, Get on up). Y es que claro, en España no nos gustan los títulos tan raros. A Michael B. Jordan también le hemos visto con superpoderes, en 2012, en Chronicle, un film ya casi de culto, dirigido por Josh Trank, perteneciente al género de "ciencia ficción y fantasía con trasfondo filosófico y no mucho presupuesto", y que a mí me resultó un poquitín aburrido; y en el remake / reboot de Los Cuatro Fantásticos, también de Josh Trank, que descolocó a público y crítica con su visión oscura y pesimista de las aventuras de estos famosos héroes, y que resultó un fracaso. A mí, en cambio, me encantó, y la considero una película muy, muy, infravalorada.

Después de todos estos entresijos de actores, superhéroes y directores, habrá que hablar un poco de la película, digo yo. Creed no deja de ser la típica historia de amistad, deporte, superación, y de personaje desubicado que termina encontrando su lugar en el mundo. Una fórmula muy propia del cine comercial y planificada al milímetro para atraer al público. Pero mira, es muy entretenida y se ve con agrado. ¿Qué importa que sea altamente previsible, que sea la séptima entrega de una saga que perdió fuerza hace mucho, y que a estas alturas la historia de amor no sea interracial? Lleva tras de sí el encanto de una saga mítica, aunque los entendidos dicen que la única peli buena fue la primera y, tal vez, la segunda. Yo hace tanto que vi algunas de ellas que ni me acuerdo, pero... ¿Cómo olvidar ese tema musical, "Gonna fly now", de Bill Conti, ese "Eye of the tiger", de Survivor, tan ochentero, y sobre todo a ese Dolph Lundgren, haciendo de ruso malísimo (siempre lo digo, Dolph, ¿quién te ha visto y quién te ve?). Yo también me estoy poniendo nostálgica, y eso que son películas que no me gustan mucho, y que el boxeo me parece un deporte muy estúpido. Pero ahí ataca Creed, a la nostalgia de los fans, y esa es su gran baza. Queramos o no, Rocky forma parte de nuestras vidas cinéfilas, al menos para los que nacimos antes de 1970. Michael B. Jordan está muy natural y convincente en el papel de héroe que persigue sus sueños y encuentra su destino, muy en la línea del propio Rocky, casi 40 años antes. Porque ya sabemos que en estas películas lo que importa no es que el protagonista sea campeón mundial, que venza a sus rivales, ni que consiga fama universal ni un montón de seguidores, no, lo que importa siempre es que conquiste sus sueños y supere sus propios traumas y limitaciones. Jordan resulta ser un actor bastante camaleónico; me pareció muy diferente del superhéroe de Los Cuatro Fantásticos, y del niñato de Chronicle al que lo de tener poderes le viene grande. Incluso me parecía que tenía una cara distinta en cada película, aunque los efectos digitales hacen milagros, pero supongo que la mayor parte se debe a su mérito actoral.

 
Entre tanta lucha y entrenamiento y esfuerzo por encontrarse a sí mismo, a Adonis, por supuesto, también le da tiempo a enamorarse. La trama romántica (que no es interracial, porque esto es cine hollywoodiense y no están tan avanzados), la pone el personaje de Bianca, vecina de nuestro protagonista, interpretada por Tessa Thompson, actriz que se dio a conocer en la serie adolescente casi de culto Veronica Mars. La historia de amor me pareció bastante bonita y no entorpece mucho en el desarrollo de la película. Bianca es un personaje interesante, no es muy plano ni la típica chica perfecta. Bueno, es bastante perfecta porque es guapa, independiente, con carácter... Sólo le faltaba ser boxeadora, pero no, es compositora y cantante de talento. El único problema es que tiene un pequeño defecto físico en forma de enfermedad congénita y degenerativa, que no voy a decir cuál es, aunque a estas alturas ya todo el mundo habrá visto la peli y a todo el mundo ya se le habrá olvidado.

Pero uno de los mayores reclamos de la película es, como os podéis imaginar, el propio Rocky. Sylvester Stallone llevaba 9 años sin interpretar el personaje, aunque entre medias le había dado tiempo a continuar con la saga de Rambo, iniciar la de Los mercenarios, hacer papeles de héroe todavía de buen ver, héroe crepuscular, héroe un poco de vergüenza ajena (no necesariamente en este orden), y hasta a dirigir algunas de sus pelis (ha dirigido, por ejemplo, casi todas las de Rocky, excepto la I y la V, de John G. Avildsen). Todos sabemos que, aunque es un icono y una vaca sagrada del cine de acción (no vamos a nombrar a las demás vacas sagradas, que ya las conocéis), Stallone no está considerado precisamente como un gran actor. Vamos, que no es Laurence Olivier, ni Robert de Niro, ni Christian Bale, por poner ejemplos de actorazos de distintas épocas. Pero aquí Sylvester está francamente bien. Es un Rocky muy, muy crepuscular, nostálgico, entrañable, humano, tozudo, aunque resignado... No es un héroe maduro, pero todavía en buena forma, que resurge de sus cenizas, sino que aparenta lo que en realidad es: una vieja gloria. Su interpretación convenció por igual a público y crítica, y le valió el Globo de Oro a mejor actor secundario, entre otros premios. También fue nominado al Oscar en la misma categoría, y todos pensábamos que lo iba a ganar, pero todos los años hay alguna sorpresa en los Oscars, y la sorpresa de 2016 fue que se lo llevó Mark Rylance por el thriller de la Guerra Fría El puente de los espías, película que no he visto. Pero no importa, nos ha gustado ver a Rocky Balboa otra vez, porque aunque ya no esté en buena forma y su estado de salud y de ánimo estén bastante resentidos, sigue siendo el mismo pobre chico de Filadelfia, en el que nadie creía, y que consiguió su sueño; y Sylvester vuelve a ser aquel joven actor salido de la nada, que escribió su guión, consiguió que le dejaran interpretarlo, y en 1976 entró definitivamente a formar parte de la historia del cine. La primera entrega de Rocky, dirigida por John G. Avildsen (sí, el director de Karate Kid), consiguió 3 Oscars, entre ellos el de mejor película y mejor director, y 10 nominaciones. Stallone fue nominado, pero, ¡ay!, tampoco se lo llevó.



martes, 10 de noviembre de 2015

Maps to the stars: Hollywood-Babilonia

Estamos en el Hollywood actual, plagado de estrellas glamourosas y atormentadas. Stafford Weiss es una especie de psicólogo, o terapeuta, como se dice ahora, que escribe libros de autoayuda de gran éxito, va a programas de tv y tiene como pacientes a los más famosos y ricos del lugar. Una de sus clientes es Havana Segrand, una célebre y cotizada actriz que se resiste a entrar en la madurez y está obsesionada por interpretar el papel que hizo su madre en una película de mucho éxito en los años 60, de la cual se va a hacer un remake. El problema es que su madre, Clarice Taggart, una actriz muy admirada y fallecida hace años en un incendio, era mucho más joven cuando hizo el papel que Havana en la actualidad. Esta no parece tener muchas posibilidades para conseguir su sueño, y eso la tiene muy desquiciada, unido al trauma provocado por los abusos sexuales de su madre (sí, de su madre) hacia ella en su infancia (empezamos bien). La familia de Stafford, el terapeuta, tampoco es un modelo de estabilidad, lo cual viene a confirmar el refrán de "en casa del herrero, cuchillo de palo". Su hijo, Benjie, antigua estrella infantil de tv, tiene 13 años y acaba de salir de rehabilitación por su adicción a las drogas, a las que se enganchó a los 10 u 11 años. Su hija mayor, Agatha, también acaba de salir, pero del psiquiátrico, donde ha estado varios años ingresada tras haber prendido fuego a la casa familiar una noche en que se suponía que tenía que cuidar de su hermano. Sus padres han roto todo contacto con ella y no quieren saber nada de su hija. La mujer de Stafford, Christina, se muestra muy preocupada y sobreprotectora con su hijo. La situación se complicará aún más cuando Agatha, la hija pirómana, vuelve a Hollywood con la intención de retomar el contacto con su familia, y empieza a trabajar como asistenta en casa de Havana Segrand.

Maps to the stars es la última paranoia nacida de la retorcida mente de David Cronenberg, director canadiense, que también ha trabajado en Hollywood, aunque ha conseguido que la mayoría de sus películas no caigan en el standard comercial. Su estilo es muy peculiar, como todos sabemos, con esas atmósferas malsanas y esos personajes atormentados por sus propios demonios, a veces en forma de monstruos repulsivos, otras veces son enfermedades virulentas, o enfermedades mentales, o amenazas del exterior, o fantasmas psicológicos. Todo le vale a él para mostrar su idea de una sociedad enferma e infectada y la degradación física y psicológica de sus individuos. Esto último, lo de la degradación, le encanta, y también la idea de la fusión entre lo mecánico y lo orgánico, hasta el punto de inventar el concepto "nueva carne" para sus películas, algo muy bizarro que, en manos de algún director más enloquecido, podría dar lugar a películas gore de estas que yo no aguanto, como las sagas que todos conocemos. Afortunadamante, David Cronenberg todavía conserva un equilibrio entre lo repulsivo-morboso y lo que la mayoría del público, como yo, puede encontrar interesante. Eso le permitió realizar obras fascinantes como La mosca, que para mí es una obra maestra, Inseparables, M. Butterfly o La zona muerta (a mí lo que me fascina en esa peli es Christopher Walken, la verdad). Pero también películas como Crash, eXistenZ o Spider, que para mí son bodrios aburridos y desagradables, y para todos los cinéfilos se convirtieron en obras de culto instantáneamente.

A esta última categoría pertenece Maps to the stars, a la de obra maestra de culto, según los entendidos. Desde hace unos años, Cronenberg sigue haciendo sus retratos de sociedades corruptas y enfermizas, pero desde una óptica más psicológica y, desde luego, más social. Sus films ya no son de ciencia ficción o terror explícito o psicológico, sino dramas sociales cuyos protagonistas caen igualmente en el horror y la locura, pero en un entorno, digamos, más "realista". Atrás quedaron las babosas asesinas y sexuales de Vinieron de dentro de... y la pandemia de furia asesina y muy gore en Rabia, dos de sus películas más famosas en los transgresores 70. En Cosmopolis o Una historia de violencia, dos de sus cintas más actuales, la decadencia es más sutil, más creíble, e igual de aterradora. Estoy hablando sin haber visto ninguna de estas últimas 4 pelis, así que puede que no esté acertando en nada. Si alguien me lee y le apetece, me puede corregir en lo que quiera. Bueno, y ahora voy a hablar un poco de la película, que ya va siendo ahora. Maps to the stars es, en principio, un retrato del mundo actual de las estrellas de cine y tv en Los Angeles, y del entorno que les rodea. Cronenberg nos da su particular visión de este universo en apariencia fascinante y glamouroso, pero la visión de Cronenberg ya sabemos cómo es, y bajo la capa de lujo, belleza y glamour, encontramos a unos seres desdichados, insatisfechos, adictos a todo tipo de sustancias, arrastrando traumas de los que no consiguen liberarse, y muy, muy desquiciados. La verdad es que los personajes son todos unas joyitas. A veces te dan pena, porque ves lo mal que lo pasan, a pesar de ser tan ricos y admirados, pero otras estás deseando que un terremoto de Los Angeles se los lleve a todos. Yo no conseguí empatizar con ninguno. Para mí el personaje más llamativo, y más aterrador, es el de Havana Segrand, una estrella brillante, persiguiendo la eterna juventud, belleza y talento, obsesionada y traumatizada con el recuerdo de su madre abusadora, pero queriendo parecerse a ella; superficial, perversa, y muy odiosa. La interpreta magistralmente la gran Julianne Moore, actriz camaleónica y todoterreno, que, aparte de participar en mogollón de películas el año pasado, se llevó el oscar por Siempre Alice, en el papel de una profesora universitaria enferma de alzheimer prematuro. En mi opinión, el oscar habría sido más merecido por Maps to the stars, ya que en Siempre Alice se nota que todo está hecho para lucir su atractivo físico, y hay más escenas en las que aparece guapa y estupendísima que escenas padeciendo la enfermedad (aunque algunas de estas últimas son devastadoras). El oscar estaba cantado. Además, Maps to the stars es una película que derriba violentamente el mito de Hollywood y escupe sobre él, y claro, era impensable que tuviera ni una nominación. Todo esto no quiere decir que me haya gustado el film de Cronenberg, que me ha parecido horrible. Pero de eso hablaré más tarde. Otro personaje muy perturbado es el de Benjie, el joven actor medio rehabilitado, incapaz de asumir equilibradamente el peso de la fama, el miedo a perder esa fama, y una vida de lujo, fiestas y descontrol. Todos estos elementos forman un coctel explosivo, convirtiéndole en un preadolescente muy atormentado. El actor elegido para encarnarle es un tal Evan Bird, que, la verdad, no tengo ni idea de quién es, pero me recuerda mucho físicamente al protagonista de Malcolm in the middle, una comedia familiar que todos recordaréis y que yo apenas veía. Como Malcolm (Frankie Muniz), Evan Bird tiene un aspecto de niño, entre sabihondo, precoz, inquietante y siniestro, pero que aún conserva algo de inocencia, que le va perfectamente a su personaje en la película, y realmente lo borda. El actor tiene ahora 15 años, así que cuando rodó la cinta, en 2014, tenía sólo 1 año más que el personaje que interpretaba. El tercer rol fascinante y horrible de Maps to the stars es el de Agatha, la hermana mayor de Benjie, esta sí, loca oficial, encerrada durante varios años por sus padres en un psiquiátrico (que tampoco es de extrañar, después de lo que hizo). Conserva en su rostro las huellas de las acciones pasadas, o sea, una cicatriz, producto del incendio que provocó hace años, pero que no es suficiente para que Mia Wasikowska deje de ser guapa. Sí, es Mia Wasikowska la que da vida a Agatha, otra acertada elección de casting, porque es una actriz especializada en papeles de jóvenes muy sufridoras y más o menos desequilibradas. El único film medio comercial que ha hecho es el de Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton, y aún así también era una Alicia con conflictos internos.
Estos tres personajes son los que mejor definen la locura perversa de este mundo que nos muestra Cronenberg. También tienen relevancia en la película, aunque algo más secundaria, Stafford Weiss, el rico y famoso psicoterapeuta cuya vida familiar es un caos, y que guarda oscurísimos secretos, y su neurótica esposa Christina. Están interpretados por el maravilloso John Cusack, actor que me encanta, pero que no siempre puede salvar todas las pelis en las que aparece, y la guapa y siniestra (o a mí me lo parece) Olivia Williams. También hay un personaje de chico florero (bueno, de conductor de limusinas aspirante a actor), que lo hace Robert Pattinson, actor que repite con Cronenberg, tras Cosmopolis, intentando que le reconozcan como un actor serio y no como el vampiro de Crepúsculo. Ese personaje, el de Jerome Fontana, parecía el único normal de la peli, pero termina siendo tan odioso como los demás.

Maps to the stars nos traslada a la cima del mundo, al Olimpo de los dioses modernos, con millones de seguidores y una vida de riqueza, belleza, juventud, sabiduría (o la búsqueda de ella), pero también depravación, sangre y locura. Estos dioses son como las deidades griegas y romanas, y de hecho, en la película hay algunas referencias mitológicas acerca del destino fatal y otras cosillas que no puedo revelar, porque sería un spoiler como una casa. Hay simbolismos y metáforas con diálogos literarios y con el agua y el fuego. Hay secretos muy negros, muy morbosos y muy perversos, y hasta fantasmas del pasado que se aparecen en forma de alucinaciones. Una historia muy oscura y que a mí me dio muy mal rollo. A la mayoría de los críticos y los cinéfilos cultos les ha encantado, como es lógico. A mí, pues no. La verdad es que la vi atraída por el morbo, y antes de verla ya me imaginaba que no me iba a gustar, pero es lo que tiene ser cinéfaga, que te lo tragas todo (o casi todo, que hay un límite), para después poder criticar a gusto. El morbo en esta película me ha parecido demasiado gratuito, como los diálogos soeces y las escenas de mal gusto. Todo muy preparado para incomodar al espectador. Algunas sinopsis definen al film como un cuento moderno, tal vez se refieren a un cuento moral, aunque no me lo parece. Pero lo que me hace alucinar es que muchos críticos, espectadores y festivales la consideran una comedia. Yo lo de comedia no lo veo, excepto en las escenas de las sesiones entre Julianne Moore y John Cusack, que supongo que son una ridiculización de las terapias modernas. Aunque las situaciones y las reacciones de los protagonistas son tan desquiciadas y tan hiperbólicas, que sí, puede parecer una parodia, pero involuntaria. Total, que a Cronenberg esta vez le ha salido una peli estilo Michael Haneke o Lars Von Trier, y a mí tanto sufrimiento no me va. Pero a vosotros, jóvenes cinéfilos, os va a encantar, seguro.