viernes, 26 de febrero de 2010

La cosa: Terror en la Antártida

Como ya sabéis (bueno, no sé si lo sabéis), El País ha sacado una colección de cine de terror, con películas de varias épocas, muchas de las cuales ya son clásicos: El resplandor, El exorcista, La semilla del diablo… Peliculones, con muchos extras y en un formato muy chulo de libro-disco. Las pelis vienen con el periódico de los domingos, pero… la distribución es un poco escasa, vamos, que cuesta trabajo conseguirlas. Así que ya sabéis, eso de “Cada domingo con su ejemplar de El País, consiga la maravillosa película”, no es del todo cierto; en Madrid no sé cómo será, pero aquí en Cádiz es una difícil búsqueda. Pues en una de esas búsquedas encontré La cosa (The thing), del maestro John Carpenter, uno de esos directores emblemáticos del cine de terror y ciencia ficción, que comenzó en los años 70 con films de serie b, y que tiene títulos tan originales y personales como 1997: Rescate en Nueva York, y su secuela 2013: Rescate en L.A., El pueblo de los malditos, o Fantasmas de Marte (una de esas pelis que no le gustan a nadie y a mí me encantan). La cosa (también llamada El enigma de otro mundo) es una cinta de 1982, remake de un clásico de 1951, y pertenece al subgénero de extraterrestres peligrosos e invasores. La acción se sitúa en una estación experimental en la Antártida, donde unos científicos descubren que un extraño ser que vino del espacio hace más de 100.000 años, quiere extenderse y apoderarse de nuestro planeta. La manera de hacerlo es invadiendo los cuerpos de los seres vivos que tiene cerca y haciéndose pasar por ellos, como hacían las vainas de La invasión de los ladrones de cuerpos, con algunas diferencias: no hace falta que estén dormidos, y los espectadores vemos todo el proceso de conversión. La película está llena de efectos especiales impactantes para la época en que fue rodada, y yo creo que también para la actualidad: cuerpos retorciéndose y transformándose, cuerpos abiertos en canal, vísceras de todo tipo… Sin embargo, a mí no me resultó desagradable, y yo odio el gore, pero más que gore es pura fantasía artesanal. Hay que recordar que es una peli de los 80, así que, nada de ordenador, todo maquillaje y prótesis. El creador de todo este alarde visual fue Rob Bottin, que desde luego hizo un trabajo asombroso. Pero los efectos visuales no dominan la cinta, porque también hay una parte fundamental de suspense. El pánico se apodera de los protagonistas cuando se dan cuenta de que el ente extraterrestre puede haber tomado la forma de alguno, o algunos, de ellos, así que está infiltrado allí mismo. Aquí tenemos un tema recurrente en el cine de Carpenter: las reacciones de varios personajes aislados en una situación límite y sin confiar los unos en los otros. La paranoia está servida. En estas situaciones de amenaza siempre hay alguien que tiene más iniciativa y se erige en líder del grupo; aquí es el personaje de McReady, el piloto de la base, interpretado por el maravilloso Kurt Russell, que es el principal protagonista de la acción y está fantástico en su papel de héroe duro y solitario. Por cierto, me encanta este hombre, sobre todo de joven, tenía muchísimo morbo, no sé qué hace casado con la repelente de Goldie Hawn. También tengo que mencionar la banda sonora; Carpenter suele componer la música de sus películas, y es una música muy particular, minimalista, simple pero muy inquietante. Aquí, aunque se encargó la banda sonora a Ennio Morricone, se distinguen también los acordes del sintetizador de Carpenter, que se repiten una y otra vez de una forma bastante terrorífica. La verdad es que La cosa es un peliculón, inteligente, muy emocionante, y brillante en el aspecto visual. Una obra que yo creo que no ha envejecido en casi 30 años.

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