lunes, 21 de junio de 2010

El retrato de Dorian Gray: Belleza perversa

El sábado 12 de junio vi en el cine El retrato de Dorian Gray (Dorian Gray), nueva versión de la novela del gran Oscar Wilde, archiconocido autor inglés del siglo XIX, famoso sobre todo por sus obras de teatro cómicas y románticas donde retrataba con gran ingenio e ironía la sociedad aristocrática de la época. El director de la película, Oliver Parker, ha adaptado en otras ocasiones a Oscar Wilde, en Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto. El retrato de Dorian Gray, una de las obras de Wilde más conocidas, es una novela oscura y tenebrosa, con un fuerte componente filosófico y moral. El protagonista, Dorian Gray, es un joven aristócrata de belleza angelical que, tras haber vivido siempre en el campo, vuelve a su Londres natal tras haber heredado una gran mansión. Pronto entra en contacto con el círculo social más selecto y conoce a Lord Henry Wottom, un noble con una filosofía de vida bastante cínica y amoral, que le introduce en la vida más nocturna y decadente de la ciudad. Dorian pasa de ser un chico tímido e ingenuo a un vividor ávido de placeres y emociones fuertes, una especie de playboy victoriano. También conoce a Basil Hallward, un talentoso pintor que le hace un retrato; de alguna manera, por alguna especie de causa sobrenatural que no se llega a explicar, Dorian se da cuenta de que no envejece y mantiene siempre intacta su belleza, mientras que el retrato es el que refleja el paso de los años y las huellas de su estilo de vida corrupto y degradante. Vamos, que él es todo el tiempo joven y guapo, por muchos excesos que cometa y muy mala vida que lleve, mientras que el cuadro se va convirtiendo en un monstruo horrendo, así que Dorian lo tiene que esconder en el desván para que nadie lo vea.

Como de costumbre, todo el mundo ha puesto la película a parir, diciendo lo de siempre, que no se adapta ni refleja el espíritu del libro (esto me suena a dejà vu), y como siempre, a mí me ha gustado. No he leído la novela, así que supongo que no tengo ni idea de lo que estoy hablando, pero yo creo que éste es un Dorian Gray modernizado. Durante todo el metraje asistimos a la evolución del personaje, su corrupción, la pérdida de su inocencia, de orgía en orgía y de bacanal en bacanal (pero todo muy light, que esto no es Calígula de Tinto Brass), llegando incluso al asesinato, y también vemos la confusión de su alma atormentada. Después viene una parte que parece puro terror gótico de la Fantastic Factory, y eso no le gusta a la gente, pero a mí me parece muy bien. El punto más débil del film son algunos de sus actores, empezando por el protagonista, Ben Barnes, el príncipe Caspian de la segunda entrega de Las crónicas de Narnia. Es un chico guapísimo, muy adecuado para un papel secundario en una peli de aventuras, pero como protagonista absoluto en un papel que se supone que es complejo, ambiguo y atormentado, no da la talla, y no es capaz de reflejar todos los matices de su oscuro personaje. Los que están fantásticos son Colin Firth, en el papel del corrupto Lord Henry (este hombre está creíble en todo lo que hace) y Ben Chaplin como Basil, el atormentado pintor, dicen que alter ego de Oscar Wilde. La parte romántica la ponen la guapa Rachel Hurd-Wood y Rebecca Hall, que interpretan a las dos mujeres importantes en la vida de Dorian. Rebecca Hall es otro error de casting, no pega nada físicamente con Dorian Gray, y no hay quien se crea su historia de amor, aparte de que el personaje por lo visto no está en el libro, se lo han sacado de la manga. A pesar de los fallos de casting y de guión, me pareció una peli muy entretenida, con imágenes bastante hipnóticas, una moderna adaptación de un fascinante thriller psicológico de época.

sábado, 19 de junio de 2010

La heredera: Amor, lujo y tristeza

La heredera (The heiress), es una película de 1949, dirigida por William Wyler, uno de los realizadores estrella de las décadas de los 40-50, que hizo producciones de muy variados estilos: épico, dramático, romántico… Ésta es una cinta de género romántico y dramático; está basada en una novela de Henry James, Washington Square, y fue adaptada al teatro antes que al cine. La historia está ambientada a mediados del siglo XIX, en USA, y la protagonista es Catherine Sloper, una rica heredera, que está a punto de abandonar la juventud, y a pesar de codearse con la alta sociedad neoyorkina, no encuentra pretendiente, debido a que es muy tímida, poco agraciada y le cuesta relacionarse con los demás, a pesar de su carácter amable y bondadoso. Encima, su padre, un importante médico, la menosprecia porque no hace más que compararla con su esposa fallecida, a la que tenía idealizada, y claro, la hija siempre sale perdiendo en la comparación con la madre. Total, que la pobre no se halla en el mundo (me recuerda a mí en mi adolescencia). Una noche, en un baile, conoce a Morris Townsend, un atractivo joven, sin dinero ni trabajo, pero buscando un lugar en esa sociedad. Él empieza a cortejarla y la enamora. El padre de Catherine, lógicamente, no aprueba la relación y opina que Morris es un arribista y que sólo va por el dinero de su hija, pero ¿es así o está realmente enamorado? Ésta es una película con nombre propio: Olivia de Havilland, absolutamente fantástica en el papel de Catherine, con sus vestidos negros y tristes, sus peinados sobrios, y su mirada luminosa que refleja toda una gama de emociones: amor, ingenuidad, dolor, odio, satisfacción… Montgomery Clift interpreta al guaperas de Morris, y la verdad es que no me convence mucho; a este chico se le notaba demasiado en la cara la vida interior (y exterior) tan atormentada que tenía, y no creo que le vayan bien los papeles de galán seductor. Lo siento, sé que Monty Clift es un icono, pero yo creo que no da la talla frente al nivel actoral de Olivia de Havilland. El mayor acierto de su interpretación, y el de William Wyler, es la ambigüedad y sutileza del personaje, que no nos deja ver claramente sus intenciones, pensamientos ni sentimientos, sino que éstos se van desvelando mediante pequeños detalles. En Catherine, en cambio, todo es transparente, incluso sus cambios, quizá demasiado. Ralph Richardson interpreta al doctor Sloper, el padre de Catherine, un padre despótico, obsesionado con el recuerdo idolatrado de su esposa muerta y causante del complejo de inferioridad de su pobre hija. Un personaje antipático, ambiguo y desdichado. Un carácter débil en una época en que nadie osaba contradecir al cabeza de familia. Otro personaje importante es Lavinia Penniman, la tía de Catherine, interpretada por Miriam Hopkins, que al contrario que el padre, es un personaje simpático y bondadoso, y que, con toda su buena intención, ejerce un poco de alcahueta entre Catherine y su pretendiente. Un papel secundario, pero fundamental en la historia; ves cómo Morris se la camela para que le prepare el terreno con Catherine, pero luego le oyes decir una de las frases más trascendentales de la película, y yo creo que esa única frase constituye un punto de inflexión en la trama y actúa como catalizador en la evolución de la protagonista. Todos los personajes tienen matices, no son planos, sino que tienen sus motivaciones y traumas, sus luces y sombras, como la vida misma. La heredera es una película magnífica, un drama clásico, romántico y muy psicológico, con diálogos inteligentes, donde no todo está tan claro, y que no te deja indiferente.

sábado, 12 de junio de 2010

Legión: El Apocalipsis ya está aquí

El viernes 28 de mayo vi en el cine Legión (Legion), de Scott Stewart, otra película apocalíptica, pero esta vez no es un fin del mundo normal y corriente, provocado por un vulgar virus, ni una guerra nuclear, ni un desastre natural, sino que estamos hablando del mismísimo Apocalipsis, el bíblico, con los ángeles exterminadores enviados por Dios, harto ya de las tonterías de la humanidad. Pero como es un Apocalipsis muy moderno, acorde con los tiempos que corren, no hay ángeles con trompetas ni fuego cayendo del cielo, sino posesiones infernales que convierten a las personas en zombies enloquecidos, y así los propios hombres se matan entre ellos (lo que han hecho siempre, pero ahora más a lo bestia). Pero el arcángel Miguel se rebela contra los designios de Dios y decide intentar salvar a la humanidad. La única esperanza está en una estación de servicio perdida en medio de un desierto (no me acuerdo dónde estaba el desierto, pero era en USA, claro, que la peli es americana). Allí pronto nacerá un bebé que, por alguna razón, es el elegido para salvar el mundo. Miguel tiene que conseguir que el niño nazca y que los zombies enloquecidos y ángeles vengadores no lo maten. Para ello luchará junto con la futura madre, una camarera que no sabe que su hijo será el nuevo Mesías, y otro grupo de personajes que andan por allí, unos porque viven en el lugar, y otros porque son clientes que han quedado atrapados. El dueño de la cafetería, Bob, es el gran Dennis Quaid, actor que con el tiempo ha madurado pero que no lleva el peso de los años tan bien como su ex, Meg Ryan, gracias a lo cual está perfecto en un papel de pobre hombre desencantado de la vida y alcohólico rehabilitado. Su hijo, Jeep, interpretado por Lucas Black, es un joven enamorado de Charlie, la camarera futura madre, y es un personaje bonachón, antihéroe y todo el tiempo con cara de bobalicón, pero cuando empieza la acción se convierte en un luchador que no veas. Charlie es Adrianne Palicki, típica rubia americana de apariencia rústica, que al principio parece perdida y después también es una heroína. Todos los personajes son perdedores y antihéroes. El arcángel Miguel es el maravilloso y carismático Paul Bettany, un hombre que me da muchísimo morbo, además aquí está superatractivo en plan guerrero apocalíptico. También sale Gabriel, arcángel exterminador y antagonista de Miguel, interpretado por Kevin Durand, cuya mayor relevancia son sus escenas de lucha y de diálogo con Miguel, sus grandes alas negras y su cara de malo. Tengo que decir que a mí la peli me gustó, pero creo que soy la única persona del mundo que tiene buena opinión de ella. Todas las críticas y comentarios la ponen a parir; dicen que la realización está llena de tópicos, que el guión es un despropósito y que hay diálogos y momentos que son cómicos sin pretenderlo. El argumento recuerda a Terminator, y eso tampoco le gusta a la gente, aunque yo lo consideraría un homenaje. No es una película para tomársela muy en serio; yo diría que es pura serie b, entretenida y delirante. La mezcla de zombies, ángeles exterminadores y profecías bíblicas chirría un poco, pero eso la hace más original. Me gustó ver a los protagonistas acorralados, en la mejor tradición de John Carpenter, disparando las ametralladoras contra un ejército de poseídos con cabezas giratorias; me gustaron las frases cómicas de Bob dichas en los momentos más surrealistas. También me gustó la idea ambigua de un Dios vengativo y aniquilador en plan Antiguo Testamento, y que el héroe de la peli sea precisamente el que se rebela contra él. Y sobre todo me encanta Paul Bettany, luchando por la humanidad, con cara de duro y de sufridor, en plan Terminator, pero mucho mejor actor que Arnold Schwarzenegger. Yo me lo pasé muy bien viéndola, lo siento por el resto de la humanidad, que no opina como yo, vosotros os lo perdéis, chicos.

lunes, 7 de junio de 2010

Carrie: Pobre chica con poderes

Entre las pelis de terror de la colección de El país, algunas son extraordinarias, como Carrie, film dirigido en 1976 por Brian De Palma, y adaptación de una novela de Stephen King. Este maestro de la literatura de terror ha visto adaptados muchos de sus relatos a la gran y pequeña pantalla, con desiguales resultados. Brian De Palma también es un director muy irregular, capaz de crear obras buenísimas como Los intocables de Eliot Ness, bodrios como Femme fatal, productos interesantes como Misión a Marte o La dalia negra, y películas incomprendidas como En nombre de Caín. Pero Carrie es una obra maestra (en mi opinión, claro). La protagonista, Carrie White, es una adolescente muy tímida y marginada, que sufre bullying o acoso en el instituto por parte de todas sus compañeras, y la culpa de que la pobre sea así es de su madre, una fanática religiosa completamente ida de la olla. Carrie tiene habilidades de telequinesia, es decir, que puede mover objetos con la mente, aunque nadie lo sabe. Tras una serie de acontecimientos, la chica más mala malísima de la clase, Chris Hargensen, es castigada a no asistir a la fiesta de graduación, y como los acontecimientos estaban relacionados con Carrie, decide vengarse gastándole una macabra broma en la misma fiesta… Esta peli contiene una mezcla de géneros. El tramo final, rodado de forma magistral, es puro terror sangriento, pero también hay partes de drama, de cine teen, con el baile del instituto y el mundo adolescente, y un componente muy importante de terror psicológico. El terror psicológico lo trae Margaret White, la madre de Carrie, que sólo con su presencia da miedo, y más cuando habla, con sus citas bíblicas apocalípticas. Una de las madres más pavorosas que se han visto en la pantalla, una auténtica bruja fanática y oscura, interpretada magistralmente por Piper Laurie. Carrie es Sissy Spacek, portentosa actriz de los 70, que con su apariencia frágil y delicada transmite asombrosamente el dolor e ira del personaje. Porque Carrie es como un gorrioncillo, una chica desgraciada y dulce, necesitada de afecto y de integrarse en la sociedad, pero también capaz de manifestar la mayor de las furias vengadoras. La mayor parte de la peli me dio una sensación de gran tristeza. Pero la parte de la fiesta de graduación es la de terror propiamente dicha, y sólo por ella la cinta merece ser incluida entre las obras maestras del miedo. Es una larga escena rodada con técnicas propias de los 70, como la pantalla dividida, y con recursos muy característicos de Brian De Palma, como la acción a cámara lenta mientras suceden varias cosas al mismo tiempo. Una escena prodigiosa, porque los acontecimientos que suceden al mismo tiempo son de naturaleza muy distinta, y van acompañados de una música que refleja perfectamente esos cambios, creando un suspense tremendo, un viaje directo del cuento de hadas al infierno. Además de Carrie y su madre, hay otros personajes, interpretados algunos de ellos por jóvenes promesas de la época: Chris Hargensen, la mala malísima, es Nancy Allen, actriz habitual en los films de los 70 de Brian De Palma, y está perfecta interpretando a una memorable villana, caprichosa, vengativa y viciosa, una auténtica zorra. También sale John Travolta, antes de hacerse superfamoso con Fiebre del Sábado noche, en el papel de Billy Nolan, el novio de Chris, otro de los malos, chulo, macarra y de pocas luces. La chica buena y auténtica heroína de la peli es Sue Snell, interpretada por Amy Irving; y su novio, el bueno y guapo Tommy Ross, es William Katt, que después alcanzaría la fama con la serie El gran héroe americano. Otro personaje importante, el de la señorita Collins, la profesora de gimnasia, una especie de ángel protector o de hada madrina para Carrie, fue interpretado por Betty Buckley (Abby en la serie Con ocho basta). Carrie es una película muy setentera, pero no se ve envejecida hoy en día, y sigue siendo tan impresionante, conmovedora y brutal como entonces. Un macabro cuento de Cenicienta, una joyita irrepetible.