martes, 27 de enero de 2015

Maléfica: Historia del Hada Oscura


Hace muchos años, en un reino medieval y de fantasía, como en todo buen cuento clásico, el rey y la reina tuvieron una preciosa hija, a la que llamaron Aurora. Todos los habitantes del país estaban muy contentos y el bautizo de la princesa fue una celebración con grandes fastos y muchos invitados. Acudieron también tres simpáticas hadas que obsequiaron a la pequeña con los dones de la belleza, bondad, felicidad… Pero el regocijo se vio interrumpido por la llegada de un personaje inesperado, alguien que no había sido invitado a la fiesta: Maléfica, el hada más poderosa de todos los reinos, de belleza deslumbrante y mirada aterradora. Llena de ira por haber sido relegada, o vete a saber por qué motivo, anunció que ella también tenía un regalito para la pequeña Aurora: crecería como una muchacha llena de virtudes y adorada por todos, pero el día que cumpliera los 16 años, se pincharía un dedo con la aguja de una rueca, es decir, una máquina de coser de la época, y eso le haría caer en un profundo sueño, del que sólo habría una forma de despertar… Y después viene la historia que todos conocéis… ¡Pues no! Ni antes ni después. Los acontecimientos que se narran en Maléfica (Maleficent), de Robert Stromberg, difieren bastante de los de La Bella Durmiente, el popular cuento de los hermanos Grimm, y de la versión de Disney de 1959, que es el modelo que todos tenemos en mente (tal era la capacidad de Tío Walt para fagocitar las historias clásicas). Para empezar, Maléfica no siempre fue el arquetipo de villana que ha llegado hasta nuestros días: un hada perversa y temible, con vestido sexy y tan negro como su corazón. Nació y creció en el Reino de las Hadas, que vivía en paz y armonía con el territorio de los humanos (todo según esta versión libre y actualizada, claro). Como ya habréis adivinado, Maléfica era un ser de luz, una criatura feliz, angelical y muy hábil con sus poderes sobrenaturales. Podía haber sido una heroína de cuento, pero el amor y la traición destruyeron su bondad y cambiaron su destino para siempre. La película constituye una vuelta de tuerca del clásico cuento de hadas y se adhiere a una de las corrientes de moda en Hollywood: la de realizar versiones de cuentos y leyendas tradicionales, introduciendo elementos modernos, transgresores y cierta oscuridad en el argumento, aunque no demasiada. De esta forma, se intenta captar al público juvenil, que, como todos sabemos, es el que tiene el poder en la actual sociedad de consumo, y además, los niños cada vez entran antes en la adolescencia y ya no se conforman con las historias ñoñas y cándidas de antes. A este subgénero pertenecen producciones recientes como Blancanieves y la leyenda del Cazador, con su ambiente gótico y tenebroso; Mirror, mirror, otra revisión de las aventuras de Blancanieves, esta vez en clave de comedia disparatada; Hansel y Gretel, cazadores de brujas, repleta de acción medio cyberpunk; y la Bella y la Bestia (esta no es de Hollywood, es francesa, y mucho, además), cuya actualización se basa en una historia de amor bastante adulta y algo brutal. Sin olvidarnos de series de tv como Érase una vez, con sus personajes ambiguos que oscilan constantemente entre el bien y el mal.

Nuestra protagonista y antiheroína, Maléfica, está encarnada, como todos sabéis, por la superestrella Angelina Jolie, que la verdad es que está guapísima, espectacular, y le sientan muy bien los cuernos y las alas; porque tiene alas, hasta que se las cortan, y cuernos, como el modelo Disney (por cierto, esta película también es de Disney, y es que la sombra de Tío Walt sigue siendo alargada). Pero aunque la peli esté hecha para el total lucimiento de Angelina, el personaje de Aurora también es importante, claro. Y en la piel de la inocente princesa tenemos a Elle Fanning, jovencísima actriz de 16 años y ex niña prodigio, como su hermana Dakota, y tan talentosa y versátil como ella. Comenzó en el cine con sólo dos años, en la versión bebé del personaje de Dakota, que hacía de pequeña adorable, en Yo soy Sam. De niña actuó en varios films premiados, nominados y oscarizados, como Una mujer difícil, Babel, El curioso caso de Benjamin Button, otros de corte indie, como Un cruce en el destino, o en otra adaptación de cuento, El Cascanueces, hasta que nos cautivó en Super 8, del maestro Spielberg, ya de guapa preadolescente. He leído críticas negativas hacia su interpretación en Maléfica. Dicen que es muy sosa, que no transmite nada, que Angelina se la come con patatas… Yo creo que está fantástica (sí, fantástica), y totalmente creíble en el rol de una joven dulce, bondadosa, y que no sabe nada del mundo porque siempre ha vivido aislada y educada por tres hadas (luego hablaré de las hadas, vaya tela…). Los personajes secundarios, pues son eso, secundarios, unos en mayor medida que otros. El verdadero villano de la función es el rey Stefan, interpretado por Sharlto Copley, actor sudafricano a quien conocemos por encarnar a todo un icono de la tv: el loco Murdock, en la adaptación al cine de El equipo A; también le hemos visto en el ámbito de la ciencia ficción y el terror, en cintas como Distrito 9, Open grave, Europa One o Elysium, haciendo de protagonista sufridor, o bien de psicópata desquiciado. Además es el villano del remake que ha hecho, nada menos que Spike Lee, de Oldboy, la mítica película de Park Chan-wook, film que no tengo ninguna intención de ver, porque tanta violencia y gore no me van. Yo creo que todos sus personajes tienen un cierto grado de locura, ya sea en vertiente cómica, depresiva, o salvaje. Un verdadero animal cinematográfico. Su interpretación de Stefan va en la misma línea, al componer un personaje complejo y atormentado, cuya inocencia inicial, pervertida por la ambición, le convierte en un soberano poderoso, paranoico y demente. Es un personaje al que se le había podido sacar más partido, lástima que sea tan secundario, cediendo así todo el protagonismo a Angelina y Aurora. Los demás personajes son más secundarios todavía. Está Sam Riley, que, por su filmografía, parece ser uno de los jóvenes representantes de la nueva tendencia indie, con historias a contracorriente, como Control u On the road, basada en una obra clave de la generación beat; o fantasías distópicas y más o menos perturbadoras, como Franklyn, Byzantium o la próxima Orgullo, prejuicio y zombies (me pregunto qué saldrá de eso). Así que sorprende verle ahora participando en un blockbuster, sobre todo con el papel que hace; no, no es el príncipe Philip, sino Diaval, un cuervo humanizado por Maléfica, para que sea su ayudante y se inflitre en las líneas enemigas. Pero es que es tan majo y tan tierno (en su vertiente humana, claro), y pone esas caritas… yo, desde luego, me hubiera quedado con él antes que con el príncipe. Qué cambio el de Sam Riley, después de verle interpretando a Ian Curtis, el atormentado líder de la banda Joy Division, en el biopic Control. Que me perdonen sus fans, pero ahí tenía todo el tiempo cara de alelado, normal, con todos los problemas que tenía, pero es así. Mención aparte para las tres hadas que se encargan de cuidar a Aurora desde su más tierna infancia, y con las que vive en una apartada cabaña del bosque, enviada allí por sus padres para intentar eludir la maldición del hada oscura, sin que la princesa tenga ni idea de todo el entramado que hay alrededor de ella, vamos, que vive feliz y en la inopia. Todos las conocemos como Flora, Fauna y Primavera, pero aquí se llaman Clavelina, Fronda y Violeta, y sí, son lo peor de la película. En la versión Disney las hadas madrinas eran tres señoras rechonchas, maternales y bonachonas, muy cursis (como no podía ser de otra manera), pero muy valientes y decididas, y yo diría que son las verdaderas heroínas de la historia, porque la princesa está casi todo el tiempo durmiendo y el príncipe aparece al final, justo para luchar con el dragón y conseguir a la chica. En la versión actual, las hadas salen perdiendo, y mucho, en la comparación. Pretendidamente son personajes cómicos, con poderes sobrenaturales y magia blanca, pero también con un humor negro y muy mala leche en ocasiones. Este contraste podría resultar adulto y divertido, pero lo que tenemos son una especie de abejas zumbonas, histéricas y muy molestas, porque, además, son unas hadas muy pequeñitas en tamaño. Menos mal que no aparecen mucho en la pantalla, pero lo poco que aparecen te hace desear que se piquen entre ellas y acabar de una vez con esa tortura. Y eso que para interpretarlas se eligió a tres prestigiosas (más o menos) actrices británicas como Lesley Manville, habitual del cine indie de Mike Leigh; Juno Temple, a la que sólo recuerdo por encarnar a la Reina Ana de Austria en la versión cyberpunk de Los tres mosqueteros de Paul W. S. Anderson; y la veterana Imelda Staunton, cuya filmografía incluye trabajos tan dispares y tan cien por cien british como la polémica El secreto de Vera Drake, la saga de Harry Potter y la peli de animación Piratas!, dando voz a la Reina Victoria. En mi opinión, las hadas madrinas son un manchurrón en las carreras de estas tres actrices. Pero no importa, seguro que en su futura filmografía tendrán que hacer más de una comedieta horrible, o seguro que ya las han hecho, al fin y al cabo eso es lo que le gusta a la gente y los actores también tienen que comer. Bueno, ya sólo me queda hablar del príncipe Phillip, el que se supone que es el verdadero amor de Aurora, y que la tiene que salvar de la maldición, interpretado por un tal Brenton Thwaites. El príncipe en esta historia es un guapo y simpático muchacho, una especie de Justin Bieber antes de que se echara a perder, y lo de la maldición le viene un poquito grande. ¿Será él el que despierte a Aurora de su prolongado sueño? ¿Vivirán felices para siempre? La respuesta ya la sabréis porque a estas alturas ya habréis visto todos la peli, y el que no la haya visto es porque no le interesa lo más mínimo y ya no la va a ver.

En fin, Maléfica es una película oscura, pero no demasiado, juvenil, pero ampliable a todo tipo de público, con una ambientación fascinante, unos personajes carismáticos (excepto las hadas) y una historia que trastoca bastante la del cuento clásico (lo cual ya ha dejado de ser original). No habrá gustado ni a los puristas enemigos de la innovación, ni a los enemigos de todo lo comercial. Porque la peli es comercial, y no pretende ser otra cosa. Pero si buscas entretenimiento, escenarios espectaculares, unos protagonistas que no den vergüenza ajena (sí, excepto por…), y algo que no sea un dramón, para variar (que sí, que los dramones están muy bien, pero yo me canso ya un poco), Maléfica merece la pena, y mucho.
 
Si alguien es capaz de leer todo esto, muchísimas gracias, que ya sé que he perdido todos los fans, y me lo merezco, por no escribir nunca. Creo que necesito reinventarme…