martes, 13 de marzo de 2012

Quark, la escoba espacial: Comedia galáctica



Año 2222. Esta vez estamos en un futuro tipo Star Trek, donde son habituales los viajes entre los distintos planetas y galaxias. La base espacial Perma Uno es la que coordina la comunicación interestelar y se ocupa del buen funcionamiento de la galaxia de nuestros protagonistas, encargando las misiones a todos los capitanes de su flota. Uno de estos capitanes es Adam Quark, que está a cargo de la United Galaxy Sanitation Patrol. La misión de esta nave es muy importante, pero no es que tenga mucho glamour, porque se trata de recoger la basura que arrojan los planetas al espacio, y que está por ahí flotando en bolsas gigantes. Vamos, que son los basureros de la galaxia. Pero a Quark le gustaría realizar misiones más peligrosas, para poder demostrar su valentía, y así convertirse en una especie de héroe interplanetario. Y claro, al final siempre se ve envuelto en innumerables (y surrealistas) aventuras, tanto él como su tripulación.


Los miembros de su tripulación son cada uno de un planeta y no tienen desperdicio (nunca mejor dicho): el ingeniero jefe de la nave se llama Gene/Jean, y aunque tiene apariencia de hombre, en realidad es un transmutado, lo cual quiere decir que tiene genes masculinos y femeninos; esto hace que a veces actúe como un machote guerrero, dispuesto siempre a luchar contra terribles enemigos como los gorgons, y otras como una chica coqueta y asustadiza, cuya mayor preocupación es lavarse el pelo. Encima, estos cambios de comportamiento se producen continuamente, provocando el desconcierto entre sus compañeros, que nunca terminan de acostumbrarse. También hay dos gemelas sexys que son las pilotos de la nave, y que responden al nombre de las Bettys, ya que son clónicas y las dos se llaman igual, así que no hay manera de distinguirlas; siempre están intentando ligar con Quark y discutiendo entre ellas, porque cada una dice que es la original y la otra el clon. En el episodio piloto aparecía el oficial científico Obeemud, un viejo impertinente, cascarrabias y con un parche en un ojo, ya que se quedó tuerto tras quedarse dormido mirando por el microscopio (qué gore). Obeemud era el creador de Andy, un robot muy cobarde, siempre preparado para salir huyendo, y construido con piezas de chatarra (uno de mis “personajes” preferidos, absolutamente genial). En el segundo capítulo de la serie ya no estaba Obeemud, aunque no se da ninguna explicación de su ausencia, siendo sustituido por Ficus Pandorata (otro de mis personajes preferidos), un rubito que pertenece a la raza de los vegetons, seres que tienen aspecto humano, pero que en realidad son vegetales. Al ser una planta, Ficus no tiene emociones, vamos, que ni siente ni padece; además, su cerebro almacena un montón de conocimientos (parece una enciclopedia andante más que una planta), y, como no comprende la forma de relacionarse de los humanos, siempre dice la verdad y conceptos como la “diplomacia” no van con él. El responsable de la base Perma Uno, encargado de coordinar todas las misiones de Quark y los demás oficiales, responde al extraño nombre de Otto Palindrome, y es el típico jefe pelota ante sus superiores, algo rastrero, dispuesto a endosarles los problemas a los demás, pero también a adjudicarse los méritos siempre que puede, un personaje tan repelente como divertido. Por encima de él en la cadena de mando espacial está el jefe supremo, la Cabeza, cuyo nombre no es nada metafórico, ya que es realmente una enorme cabeza sin cuerpo, que siempre aparece hablando a través de una pantalla, y en todos los capítulos se lamenta de sus terribles migrañas y termina sus conversaciones con la emblemática frase: “La Galaxia es infinita”.

Quark, que en España tenía el subtítulo de La escoba espacial, era una serie que se emitió en la tv en 1977. No me acuerdo si en España la pusieron ese mismo año, pero mucho más tarde no debió ser, porque la vi en algunas tardes de mi lejaníiisima infancia. Quark era una comedia de situación ambientada en el espacio, una parodia de las sagas de ciencia ficción que tanto éxito alcanzaron en aquella época, como Star Wars y Star Trek. Con sus personajes hilarantes y entrañables, sus “efectos” de cartón piedra, y su humor blanco y surrealista, el entretenimiento estaba asegurado. Entretenimiento en pequeñas dosis, porque los capítulos sólo duraban veintitantos minutos, y porque, desgraciadamente, la serie no alcanzó el éxito esperado y sólo se rodaron 8 episodios. Así que se puede calificar como una miniserie de culto. Yo tenía leves (y gratos) recuerdos de aquellos seres tan extraños y tan divertidos y aquellas historias delirantes, de las cuales, con 8 años, no entendía la mitad. Ahora he podido recuperarla más de 40 años después, y os la recomiendo para sumergiros en un viaje nostálgico al espacio más naif y setentero. Quark es sin duda una dosis de buen rollito, lo cual está muy bien en los tiempos que corren, ¿verdad?