martes, 17 de mayo de 2011

Nunca me abandones: Como ovejas al matadero

En los años 60, en Inglaterra, tres niños, Kathy, Tommy y Ruth, crecen en Hailsham, un internado-orfanato. Allí todos los chicos reciben una buena educación y unos cuidados adecuados, juegan y parecen ser felices. La acción de la película se sitúa en una especie de realidad alternativa, donde la ciencia y la medicina han conseguido enormes avances, las personas viven muchos años más y se pueden curar un gran número de enfermedades. Pero esta existencia idílica y de bienestar tiene un lado oscuro, y Kathy, Tommy, Ruth y sus compañeros forman parte de él. Sus vidas están programadas y el destino que les espera cuando dejen el colegio es bastante escalofriante. Nunca me abandones (Never let me go), no es una película de acción ni terror, ni siquiera es una cinta de ciencia ficción propiamente dicha. De ciencia ficción sólo tiene el argumento, porque en realidad es un drama romántico. Su director, Mark Romanek, realizó en 2002 Retratos de una obsesión, film que tenía el aliciente de mostrar a Robin Williams en un personaje inquietante, solitario y taciturno, muy distinto de los papeles cómicos de cine familiar en los que estábamos acostumbrados a verle. Nunca me abandones está basada en una novela de Kazuo Ishiguro, autor nacido en Japón, pero de nacionalidad británica, que también escribió Lo que queda del día, aquella melancólica y sensible historia de un mayordomo y un ama de llaves en una mansión en los años 30, interpretados por Anthony Hopkins y Emma Thompson en la maravillosa película de 1993. Los dos films (y supongo que las novelas también) comparten un estilo poético y sutil, un ritmo tranquilo y pausado, y una historia de amor frustrada como eje principal del argumento. Además, en sus personajes domina la melancolía y la resignación.





Los tres jóvenes crecen entre la desesperanza del futuro que les aguarda, la aceptación de la función que les ha tocado desempeñar en la sociedad, y los vaivenes de un triángulo amoroso difícil (como todos los triángulos amorosos) que pone a prueba su amistad a lo largo de los años. La nostalgia y la belleza envuelven todas las escenas, apoyadas por una música y una fotografía de un romanticismo clásico. Desde el típico internado inglés de su infancia hasta su juventud en un entorno de libertad vigilada y estética setentera, entre campiñas y ciudades costeras, vemos la evolución de los protagonistas, interpretados, en su edad joven y adulta, por Carey Mulligan, Andrew Garfield y Keira Knightley. Carey Mulligan está muy bien en su papel, muy alejado de la imagen de niña listilla que daba en An education, por la que fue nominada al oscar el año pasado. También está muy acertada la siempre delgadísima Keira Knightley (esta chica debería hacer una dieta a base de potajes), y muy creíble en un papel un pelín desquiciado. El que no me convence mucho es Andrew Garfield, que es un muchacho un poco desgarbado y con cara de buenazo, y no lo veo yo como objeto de enamoramiento de dos chicas tan monas, aunque claro, en las circunstancias de ellos y viviendo en una realidad alternativa, todo es distinto. Bueno, pues me ha gustado mucho Nunca me abandones. Es una historia romántica, intimista y desoladora, con ritmo parsimonioso y contemplativo. No hay lucha, acción o huidas espectaculares. No es La isla, de Michael Bay (que también me gusta, aunque es todo lo contrario). Sí hay crítica social y reflexión sobre la manipulación de las mentes y los peligros de un mundo futuro donde la ciencia choca con la ética. Es una película que ha tenido poca distribución en nuestro país y que merece la pena buscar. Muy bonita.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sucker punch: Las chicas son guerreras

Estamos en los años 50. La madre de la joven Baby Doll acaba de morir, y su malvado padrastro, que quiere quedarse con la herencia, la ingresa en un psiquiátrico, donde, en el plazo de cinco días, le van a practicar una lobotomía. El psiquiátrico es un extraño lugar donde la terapia de los pacientes consiste en representar obras de teatro y números musicales en plan Moulin Rouge, y también parece ser una especie de burdel donde las internas ofrecen sus servicios a clientes importantes y adinerados, todo bajo la dirección de la doctora/madam Gorski. Allí Baby Doll conoce a cuatro chicas, Sweet Pea, su hermana Rocket, Blondie y Amber. Juntas preparan un plan para escapar del sanatorio mental, un plan que ha sido revelado a Baby Doll por un extraño hombre sabio que se le ha aparecido en una de sus ensoñaciones-fantasías-delirios, y que consiste en robar cinco objetos que van a ser la llave de su libertad. Al mismo tiempo, nuestra protagonista viaja con la imaginación a mundos de fantasía en los que ella y sus compañeras tienen que luchar contra samurais gigantes, zombies nazis, orcos como los de El señor de los anillos y robots futuristas asesinos.

Un argumento muy surrealista y delirante, ¿verdad? Pues eso es básicamente lo que ha construido Zack Snyder en Sucker punch: un delirio. La cinta tiene un arranque totalmente hipnótico, algo así como un corto con argumento de novela de Charles Dickens, pero rodado en plan videoclip y con una potente versión de Sweet dreams de Eurythmics, interpretada por una cantante que no sé quién es (me vais a perdonar, pero yo de música actual ni idea, desgraciadamente). Todo esto va evolucionando en una historia que resulta difícil de describir sin verla: pobres chicas atrapadas en el psiquiátrico-burdel-cabaret, con doctoras voluptuosas, enfermeros malignos y cocineros abusadores. La heroína se evade de esta terrorífica ¿realidad?, viajando a otras realidades alternativas y también terroríficas, donde luchará junto a sus amigas, en plan videojuego, contra enemigos monstruosos, con sofisticadas armas y en espectaculares escenas de acción, a ritmo de canciones no menos espectaculares, entre cuyos intérpretes sólo reconocí a la emblemática Björk. Esta es la quinta película de Zack Snyder y la primera que no es una adaptación de un comic, una novela o un remake, sino que está basada en un guión propio, coescrito con Steve Shibuya. Esto ha permitido al director crear un mundo propio con total libertad e imaginación, un mundo con universos paralelos, distintos niveles como en un videojuego, y multitud de referencias, lecturas y sub-lecturas. Vamos, que ha mezclado todo lo que se le ha ocurrido, y el resultado es una cinta bizarra, hipnótica y fascinante. Todo un espectáculo visual, con una electrizante banda sonora, escenas adrenalíticas y un argumento bastante simple, pero que se presta a miles de interpretaciones enrevesadas. A mí me ha encantado la peli. Zack Snyder ya dio muestras de su originalidad y buen hacer en las impresionantes Amanecer de los muertos y Watchmen, y sigue estando a la altura, en mi modesta opinión. Baby Doll, Sweet Pea, Rocket, Blondie y Amber están interpretadas, respectivamente, por Emily Browning, Abbie Cornish, Jena Malone, Vanessa Hudgens y Jamie Chung. Yo sólo conocía a Abbie Cornish, que parece una doble de Nicole Kidman, por la película Candy, una cinta de 2006 sobre los peligros de la droga en una pareja, formada por ella y el desaparecido Heath Ledger. También me suena Vanessa Hudgens porque es la prota de la saga preadolescente High School Musical. Todas están muy acertadas, monísimas y haciendo justo lo que se espera de ellas. La Doctora Madam Vera Gorski es Carla Gugino, y Oscar Isaac es Blue Jones, el enfermero corrupto y malísimo que parece manejar todo el cotarro, y que después de hacer de príncipe Juan sin Tierra en Robin Hood de Ridley Scott, parece que se ha encasillado en los papeles de villano chulesco, y se le da muy bien, la verdad. También sale Scott Glenn en plan David Carradine. Pues yo os recomiendo Sucker punch, un viaje delirante a mundos muy raros, donde la realidad tiene varias caras, y donde cada uno puede extraer su propia interpretación. Para liberar las neuronas.