martes, 1 de septiembre de 2009

Crepúsculo: Vampiros adolescentes

Voy a hablar, no tanto de una película, sino de una saga literaria, que es best seller y súper boom entre los adolescentes y los que tenemos mentalidad de adolescente. Los críticos normales los consideran literatura de poca calidad para lectores ociosos de bajo coeficiente intelectual, pero como eso es lo que yo soy, seguramente, a mí me han encantado y he devorado los cuatro libros, cuya autora es Stephenie Meyer: Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer. No es literatura de terror, sino de fantasía, romántica y juvenil. La primera novela ha sido adaptada al cine (la película también me encantó), la segunda, Luna nueva, se estrenará en noviembre, y las demás pronto empezarán a rodarse. Los libros cuentan la historia de amor entre Bella, una tímida adolescente, y Edward, un vampiro guapísimo y divino de la muerte. Se conocen cuando Bella va a vivir a Forks, un pueblo perdido de la América silvestre, con su padre, el jefe de policía del pueblo. Edward vive con su familia de vampiros, compuesta por sus padres y hermanos, aunque son todos adoptados porque los vampiros, al parecer, no pueden tener hijos. Bella, como ya he dicho, es tímida y no tiene la autoestima muy alta; se considera torpe y poco agraciada, pero al parecer, los demás no la consideran así, porque desde que llega al instituto tiene un montón de admiradores, y Edward, el vampiro super guapísimo, también se enamora de ella enseguida. El argumento, como veis, es básicamente un topicazo para adolescentes, pero vamos, me da igual, a mí me enganchó de todas formas. Edward, como Bella, tiene 17 años, bueno, en realidad tiene 90, pero como fue convertido a la edad de 17 (en 1917), ya no va a envejecer ni a morir, probablemente; en el universo creado por Stephenie Meyer, los vampiros pueden morir, pero la única forma es cortarlos en trocitos y quemar los trozos, así que son casi inmortales. Todos son como Edward, es decir, guapísimos y divinos de la muerte y con poderes sobrenaturales. Viven más o menos apartados de los seres humanos, a los cuales tienen que matar de vez en cuando, ya que sólo se alimentan de su sangre. Y eso los seres humanos no lo saben, claro. Pero Edward y su familia sí viven integrados en la sociedad y no matan a personas, sólo matan y beben sangre de animales, así que están a dieta porque por lo visto la sangre de los humanos está mucho más buena. Bella quiere que Edward la convierta en vampira para poder vivir juntos eternamente, pero Edward tiene un conflicto moral, ya que no piensa que ser vampiro sea lo más ideal del mundo. El pobre también se agobia porque cuando está con Bella tiene que tener mucho cuidado de no hacerle daño, porque tiene mucha fuerza, y controlarse para no beberse su sangre, vamos, que su amor tiene muchas dificultades, para eso son los héroes de la historia. En el segundo libro, Luna nueva, Edward deja a Bella y se va para no poner su vida en peligro, y entonces aparecen más elementos sobrenaturales, porque a Bella le entra una depresión muy grande y se hace amiga de Jacob, un joven indio licántropo que vive con su tribu de hombres lobo, que, como manda la tradición reciente, son enemigos de los vampiros. Jacob también se enamora de Bella (otro más), y la historia se complica con este triángulo amoroso. Tampoco es que esta historia sea muy complicada, si alguien busca una novela de misterio o terror, que no lea esta saga, que está más bien dirigida a las adolescentes que pueden identificarse y querer ser como la heroína, Bella. A mí esto no me ha pasado, porque soy un poco más mayorcita, pero sí me ha enganchado la parte fantástica de la historia (la parte romántica a veces es demasiado empalagosa), y me ha fascinado el mundo propio creado por la autora con su psicología vampírica y “licántropa”, o como se diga.

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