El finde pasado, entre otras, vi dos películas inspiradoras, acerca de personas que realizaron y realizan hazañas asombrosas, arriesgaron su vida, y sobrepasaron continuamente los límites.
Lee Miller (Lee), de Ellen Kuras. La vi en el cine.
La fotógrafa del horror. Historia de la fotógrafa norteamericana Lee Miller, que, tras ser modelo, consiguió irse a la Segunda Guerra Mundial como corresponsal de guerra de Vogue, con gran esfuerzo porque no dejaban entrar a mujeres en ningún sitio, a no ser que fueran enfermeras; pero ella se las arreglaba para colarse en todos los frentes, y así, huyendo de las bombas y los francotiradores, retrató con su cámara el peligro y la muerte de la guerra, las devastadoras consecuencias y los miles de cadáveres que dejó tras de sí, y la miseria de la posguerra. Vio cientos de cadáveres apilados en los campos de exterminio. Vio cómo le cortaban las piernas a los soldados heridos en los hospitales de campaña. Y al final, se reencontró con viejos amigos y volvió a su casa, con su marido. Hoy está considerada como la corresponsal mujer más influyente de la historia.
Kate Winslet está fantástica, como no podía ser de otra forma, y se mete perfectamente en la piel de Lee Miller, una mujer que tenía mucho carácter y siempre aparece en las fotos con el ceño fruncido, como enfadada, pero tras esto escondía una gran humanidad. Película muy recomendable.
La inspiración más profunda (The deepest breath), de Laura McGann. La vi en Netflix.
Asombroso este documental sobre uno de los deportes más extremos y peligrosos que puede haber en el mundo: la apnea, que consiste en sumergirse en el agua, a la mayor profundidad posible, sin equipo de buceo, aguantando la respiración. A mí, que no entiendo los deportes de riesgo, que me dan miedo hasta las atracciones de la feria, me resulta increíble. Los apneístas son personas adictas a la adrenalina y absolutamente asombrosas. Tienen que bajar siempre con uno o dos buceadores de seguridad por lo que pueda pasar. A veces pierden el conocimiento, y también ha habido accidentes mortales, eso, por desgracia, es inevitable. Se celebran campeonatos mundiales en los que los apneístas están continuamente batiendo el récord del día anterior.
La película sigue los pasos de la italiana Alessia Zecchini, que ostenta varios records mundiales, y el irlandés Stephen Keenan, considerado el mejor buceador de seguridad del mundo.
Pues nada, estupefacta me he quedado al ver las inmersiones de estos adictos al riesgo, que viven para jugarse la vida. Ellos dicen que a tan grandes profundidades encuentran la paz, y que reconectan consigo mismos. Yo no entiendo cómo pueden hacer eso si tienen que estar pendientes de aguantar la respiración, pero en fin... El documental es muy interesante y recomendable, y da vértigo.
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