

Balada triste de trompeta y Agua para elefantes son dos visiones opuestas de un mismo tema: triángulos románticos, amores desgraciados que llevan a la locura, ambientados en el mundo del antiguamente mayor espectáculo del mundo. Yo os recomiendo las dos, y que cada uno juzgue por sí mismo; sobre gustos no hay nada escrito.
Los tres jóvenes crecen entre la desesperanza del futuro que les aguarda, la aceptación de la función que les ha tocado desempeñar en la sociedad, y los vaivenes de un triángulo amoroso difícil (como todos los triángulos amorosos) que pone a prueba su amistad a lo largo de los años. La nostalgia y la belleza envuelven todas las escenas, apoyadas por una música y una fotografía de un romanticismo clásico. Desde el típico internado inglés de su infancia hasta su juventud en un entorno de libertad vigilada y estética setentera, entre campiñas y ciudades costeras, vemos la evolución de los protagonistas, interpretados, en su edad joven y adulta, por Carey Mulligan, Andrew Garfield y Keira Knightley. Carey Mulligan está muy bien en su papel, muy alejado de la imagen de niña listilla que daba en An education, por la que fue nominada al oscar el año pasado. También está muy acertada la siempre delgadísima Keira Knightley (esta chica debería hacer una dieta a base de potajes), y muy creíble en un papel un pelín desquiciado. El que no me convence mucho es Andrew Garfield, que es un muchacho un poco desgarbado y con cara de buenazo, y no lo veo yo como objeto de enamoramiento de dos chicas tan monas, aunque claro, en las circunstancias de ellos y viviendo en una realidad alternativa, todo es distinto. Bueno, pues me ha gustado mucho Nunca me abandones. Es una historia romántica, intimista y desoladora, con ritmo parsimonioso y contemplativo. No hay lucha, acción o huidas espectaculares. No es La isla, de Michael Bay (que también me gusta, aunque es todo lo contrario). Sí hay crítica social y reflexión sobre la manipulación de las mentes y los peligros de un mundo futuro donde la ciencia choca con la ética. Es una película que ha tenido poca distribución en nuestro país y que merece la pena buscar. Muy bonita.
Revolutionary Road es una película de 2008 dirigida por Sam Mendes, director británico, tanto de cine como de teatro, y que en su ópera prima para la gran pantalla, la aclamada American Beauty, estrenada en 1999, ya proponía un golpe al sueño americano a través de las desventuras de una familia de clase media, en especial del incomprendido padre y marido, interpretado por el maravilloso Kevin Spacey. Basada en una novela de Richard Yates, Revolutionary Road es el reverso oscuro de Mi desconfiada esposa, la anterior película que comenté en este blog. Ambas representan la cara y la cruz de los problemas de pareja en el cine: una es una comedia amable, donde triunfa el amor, y la otra es un tremendo drama psicológico sin concesiones, donde hay amor, pero también grandes diferencias insalvables entre los dos miembros del matrimonio. Los protagonistas son Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, que están los dos absolutamente fantásticos, 11 años después de interpretar el super-romance de Titanic. Leo DiCaprio está impresionante en el papel de Frank, marido enamorado, pero también ambicioso, insatisfecho e incapaz de entender a su mujer. Kate Winslet (por cierto, mujer, o ex-mujer, del director de la peli), está, como siempre, magnífica, en la piel de April, esposa, madre, con inquietudes, frustrada, depresiva y profundamente infeliz. Ganó un globo de oro por este papel. También sale Kathy Bates (que también aparecía en Titanic), en el papel de Helen Givings, agente inmobiliaria, una mujer aparentemente independiente y que lleva las riendas de su vida y de su matrimonio, pero con sus propias desdichas y limitaciones. Uno de los papeles más impactantes es el de John Givings, el hijo de Helen, interpretado magistralmente por Michael Shannon; personaje mentalmente inestable, recién salido del psiquiátrico, pero con la lucidez y la sinceridad que sólo los locos tienen a veces. Revolutionary Road es una película dura, desencantada y tremendamente sincera, que te hace reflexionar (y deprimirte bastante), que te pone delante la realidad sin tapujos y que te puede dejar muy mal rollito y un amargo sabor, pero también es una cinta de gran calidad, muy recomendable de ver, y con un par de escenas que te ponen los pelos de punta. ¿Qué habría pasado si el Jack de Titanic hubiese sobrevivido y se hubiera casado con su amada Rose y hubiesen pasado años juntos? La respuesta, salvando las distancias de las distintas épocas, claro, tal vez sea Revolutionary Road.