
Como de costumbre, todo el mundo ha puesto la película a parir, diciendo lo de siempre, que no se adapta ni refleja el espíritu del libro (esto me suena a dejà vu), y como siempre, a mí me ha gustado. No he leído la novela, así que supongo que no tengo ni idea de lo que estoy hablando, pero yo creo que éste es un Dorian Gray modernizado. Durante todo el metraje asistimos a la evolución del personaje, su corrupción, la pérdida de su inocencia, de orgía en orgía y de bacanal en bacanal (pero todo muy light, que esto no es Calígula de Tinto Brass), llegando incluso al asesinato, y también vemos la confusión de su alma atormentada. Después viene una parte que parece puro terror gótico de la Fantastic Factory, y eso no le gusta a la gente, pero a mí me parece muy bien. El punto más débil del film son algunos de sus actores, empezando por el protagonista, Ben Barnes, el príncipe Caspian de la segunda entrega de Las crónicas de Narnia. Es un chico guapísimo, muy adecuado para un papel secundario en una peli de aventuras, pero como protagonista absoluto en un papel que se supone que es complejo, ambiguo y atormentado, no da la talla, y no es capaz de reflejar todos los matices de su oscuro personaje. Los que están fantásticos son Colin Firth, en el papel del corrupto Lord Henry (este hombre está creíble en todo lo que hace) y Ben Chaplin como Basil, el atormentado pintor, dicen que alter ego de Oscar Wilde. La parte romántica la ponen la guapa Rachel Hurd-Wood y Rebecca Hall, que interpretan a las dos mujeres importantes en la vida de Dorian. Rebecca Hall es otro error de casting, no pega nada físicamente con Dorian Gray, y no hay quien se crea su historia de amor, aparte de que el personaje por lo visto no está en el libro, se lo han sacado de la manga. A pesar de los fallos de casting y de guión, me pareció una peli muy entretenida, con imágenes bastante hipnóticas, una moderna adaptación de un fascinante thriller psicológico de época.