
En 1913, justo antes de que estalle la Primera Guerra Mundial, en un pequeño pueblo en el norte de Alemania, empiezan a ocurrir una serie de extraños accidentes a algunos de sus habitantes. Nadie sabe quién los ha podido provocar. La voz en off del Maestro del pueblo nos va contando toda la historia. La vida en esta comunidad se rige por una estricta educación basada en la doctrina luterana, propia del lugar y de la época. El que manda allí es el Barón, que vive con su mujer, hijos y criados, en su palacio, en torno al cual se estructura toda la vida del pueblo, en plan sociedad feudal. Otras personalidades importantes son el Administrador, el Médico y por supuesto el Pastor, o Reverendo, o como se diga, la autoridad moral del lugar. Los demás son campesinos en su mayoría, que viven bajo la sombra y la protección del Barón. En las familias, casi todas numerosas, claro, los niños son sometidos a una férrea disciplina, en especial en la familia del Pastor, en la que vemos a sus seis hijos sufriendo esta dura educación. A veces llevan una cinta blanca como recordatorio de la pureza y la obediencia que tienen que alcanzar, pero aquí no hay nada de pureza. Todo el tiempo se respira un ambiente de represión y violencia contenida. Ves a los niños andando en grupo por la calle, todos rubios y silenciosos, e inmediatamente te acuerdas de la peli El pueblo de los malditos o Los chicos del maíz. Son niños siniestros, y algunos están muy desquiciados, sobre todo los hijos del Pastor (no me extraña, con ese padre), y sobre todo la hija mayor, todo un ejemplo de niña diabólica. También vemos en las mujeres los efectos de esta sociedad represora, asfixiante y machista; todas vestidas de negro, con el pelo recogido y apariencia austera, excepto la Baronesa, que curiosamente es el personaje más libre, el que más puede decidir sobre su destino. La cinta blanca es una película de Michael Haneke, director austríaco, y fue nominada a los últimos oscars en la categoría de Película extranjera. Éste es el único motivo por el cual decidí verla, porque la verdad es que el cine de Michael Haneke no me atrae mucho. En sus films suele criticar el modo de vida de la sociedad actual, a través de personajes atormentados e insatisfechos, con un estilo crudo y seco, y con violencia, no explícita, pero muy desasosegante. Una de sus obras más conocidas es Funny games, de la que él mismo hizo el remake americano, y dicen que es tremendamente dura y agobiante, aunque no se muestre la violencia directamente. Hay muchos espectadores a los que les fascina este tipo de cine. A mí tanto sufrimiento no me mola, pero he de decir que me llevé una grata sorpresa con La cinta blanca. Me pareció una película muy buena, donde se muestran la represión, odio y venganza de una forma muy, muy sutil, a través de los diálogos y también de los silencios. Recuerda mucho al cine clásico nórdico (además está rodada en blanco y negro), siempre tan austero, minimalista y tenebroso. Hay todo tipo de maltratos y castigos físicos y psicológicos, y nunca los vemos, pero la violencia verbal es tremenda; yo me quedé sobrecogida con algunas de las frases que se dicen en determinados momentos. Los únicos personajes buenos y de mente sana son el Maestro y su prometida, la joven e inocente Eva. Su relación es como un soplo de aire fresco en medio de tanta corrupción oculta. Todos los demás son personas oscuras, débiles o con secretos inconfesables. Cuando salta la noticia de que ha empezado la Gran Guerra (la Primera Guerra Mundial), parece como si todos los pequeños dramas cotidianos hubieran explotado en un gran desastre mundial. Los críticos y espectadores dicen que esta película describe el germen del nazismo. A mí no me sugiere exactamente eso, sino más bien el odio reconcentrado producido por una forma de vida tan castradora que sólo podía conducir a una cadena de venganzas, y en la que todos, hasta los personajes más terribles, son también víctimas. Aunque no tengo intención de ver el resto de la obra de Michael Haneke, sí que os recomiendo esta peli, ya que es bastante fascinante, aunque se pase un poco mal viéndola.