
Con faldas y a lo loco (cuyo sugerente título original es Some like it hot), es una comedia de 1959, dirigida por el prolífico maestro Billy Wilder, uno de los realizadores icono de las décadas de los 40, 50 y 60. Austríaco emigrado a USA, fue toda una institución en el mundo de la comedia clásica americana, sobre todo por sus films con la genial pareja Jack Lemmon-Walter Matthau (En bandeja de plata, Primera plana, Aquí un amigo…). También dirigió dramas románticos agridulces, como Sabrina, El apartamento, Irma la dulce, dramones como El crepúsculo de los dioses, o un drama-thriller judicial, Testigo de cargo, con las super-estrellas Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power. Muchas de sus películas son colaboraciones con el maravilloso Jack Lemmon, a quien dio uno de sus primeros papeles importantes en Con faldas y a lo loco. Ésta es una comedia de enredo y de confusión de identidades ambientada en los glamourosos años 30, en plena época de gangsters. Los protas son Jack Lemmon y el guapísimo Tony Curtis, que interpretan a Joe y Jerry, dos amigos, músicos de jazz aficionados al juego y a buscarse la vida, que van por todo el país tocando en distintas orquestas. Un día son testigos involuntarios de un tiroteo entre bandas rivales en Chicago, y huyendo de los gangsters, que les han descubierto, encuentran trabajo en una orquesta que va a tocar en Florida. Pero resulta que es una orquesta femenina, así que se tienen que disfrazar de mujeres; a partir de ahora serán Josephine y Daphne. Como es lógico, pasarán grandes apuros para ocultar su verdadera identidad entre tantas chicas guapas, sobre todo cuando Joe-Josephine se enamora de Sugar Kane, la solista de la orquesta, interpretada nada menos que por Marilyn Monroe. Encima, cuando llegan a Florida, tierra de millonarios solteros, uno de ellos, el maduro y simpático Osgood Fielding III, comienza a cortejar a Jerry-Daphne, y Joe, en sus ratos libres, se hace pasar por Junior, un joven adinerado, propietario de un yate y con problemas sexuales, con la única intención de ligar con Sugar. La peli es muy divertida, con diálogos ágiles, típicos enredos, confusiones, alocadas persecuciones, y el humor elegante e ingenuo de la época. El guión, adaptación de una peli alemana, fue hecho por I.A.L. Diamond. Bajo este nombre lleno de iniciales se oculta uno de los mejores guionistas de la época, rumano de nacimiento, que colaboró en muchas obras de Wilder. Pero la cinta también se beneficia mucho de la fantástica interpretación de sus actores. Jack Lemmon lo borda, siempre fue un actorazo en todo, tanto comedia como drama, y aquí está genial haciendo de señorita, a veces recatada, a veces desmelenada. Tony Curtis, uno de los hombres más guapos de todos los tiempos (me enamoré de él en Espartaco), está bastante convincente disfrazado de mujer, y no resulta ridículo, debido a su belleza de rasgos ambiguos, varonil y femenino a la vez. Marilyn también está muy bien en un papel hecho a su medida, glamourosa, guapísima, sexy, ingenua y atormentada por su adicción a los amores frustrantes; parece que se está interpretando a sí misma. Tiene escenas con Tony Curtis subiditas de tono para la época, y se ha hablado mucho de lo tormentoso que fue el rodaje por las depresiones y problemas psicológicos de la actriz, pero viendo la peli no lo parece; resulta todo tan alegre y brillante, como si encajase a la perfección. Otro personaje muy divertido es el millonario Osgood, interpretado por Joe E. Brown, un actor que no conozco de nada, pero sólo con verle la cara ya te partes de risa (es un elogio, es que tiene una cara muy graciosa). Tiene las mejores escenas cómicas de la peli con Jack Lemmon, realmente hilarantes. El mundo de los gangsters está retratado de forma también divertida e ingenua, con los jefes de las bandas rivales, que se llaman (en la traducción al español, que siempre nos resulta más entrañable) Botines Colombo y Pequeño Bonaparte. Botines y Mulligan, el detective que lo persigue, están interpretados, respectivamente, por George Raft y Pat O’Brien, dos de los actores más conocidos del cine negro de los 30-40. Con faldas y a lo loco es una comedia de gags chispeantes, agradable de ver, yo diría que un clásico inolvidable, con una de las frases más famosas de la historia del cine (no hace falta que os diga cuál es, ¿verdad?). Tal vez sea un tipo de humor ya pasado de moda, y hoy en día no nos haga reír a carcajadas, sino sólo sonreír, pero lo prefiero millones de veces al humor grueso y escatológico de las comedias americanas actuales (yo es que tampoco soy muy de comedias, la verdad).