domingo, 29 de agosto de 2010

Que el Cielo la juzgue: Amor posesivo, amor destructivo

Ésta es la historia de una mujer muy, muy celosa, patológicamente celosa. Richard Harland, un joven y famoso escritor, se dirige en tren a pasar unos días en el rancho de un amigo, cuando conoce a Ellen Berent, una mujer de buena familia y belleza cautivadora, y hay un flechazo por parte de los dos. Cuando llegan a su destino, resulta que ambos están invitados al mismo rancho (a ella la espera allí su familia, compuesta por su madre y su hermana adoptiva, Ruth). En los días que pasan juntos, descubren que se han enamorado y deciden casarse rápidamente. Ellen está fascinada con Richard, que tiene gran parecido con su fallecido padre, al que adoraba (ahí ya se nota algo raro, porque era una especie de Electra). Está tan segura de su amor, que rompe el compromiso que tenía con Russell Quinton, un político de carrera prometedora. Después de su boda relámpago, se instalan en el hogar de Richard, pero antes deciden pasar unos días en una bucólica casita que él tiene en el campo, en una propiedad llamada La otra cara de la luna. La vida les sonríe, son felices, ricos y están enamorados. Pero pronto empiezan los problemas. Con ellos está Danny, el hermano pequeño de Richard, al que está muy unido; un muchacho cariñoso, de salud débil y con problemas para caminar. Después Richard invita a la familia de su esposa, pensando que le hará ilusión. Pero Ellen no lo soporta: es tan posesiva que quiere estar sola con su marido, no quiere que haya nadie más con ellos. Está celosa de Danny, de Leick, el encargado de la finca y amigo de Richard, y sobre todo de su joven y guapa hermana Ruth. Su amor es asfixiante y destructivo, y para mantenerlo será capaz de hacer cualquier cosa. Que el Cielo la juzgue (Leave her to Heaven) es una película de 1945, dirigida por John M. Stahl, famoso realizador de melodramas en su época, de los años 20 a los 40. La verdad es que no conozco ninguna de sus otras películas, la única que me suena es Imitación de la vida, dramón de los estados del Sur con tintes raciales que conoció un remake de Douglas Sirk en 1959. Que el Cielo la juzgue es un dramón en technicolor, clásico y psicológico, con componentes de thriller. La estrella de la función es la guapísima Gene Tierney, que está fantástica en el papel de Ellen (fue nominada al oscar), un personaje muy atormentado y complicado, porque es la mala, pero al mismo tiempo nos da mucha pena: cautivadora, fría, desquiciada, obsesionada, psicópata. Richard es Cornel Wilde, galán de la época, y también está muy acertado en su rol de sufrido esposo, un personaje también con una evolución psicológica: hechizado, enamorado, preocupado (cuando descubre lo loca que está su mujer), y también atormentado. Otros personajes importantes son Ruth, la chica buena de la peli, interpretada por Jeanne Crain, y el inquietante y ambicioso Russell Quinton, el ex-novio de Ellen, interpretado por el emblemático Vincent Price, en un papel breve, pero importante en la parte final de la cinta. Como es habitual en el cine de esta época, la peli tarda un poco en ir al grano. Comienza como un feliz melodrama romántico, con la descripción de la despreocupada vida de la gente con dinero, con reuniones familiares, paseos idílicos a caballo y bonitos paisajes. Pronto se convierte en thriller y drama psicológico, aunque con un guión algo ingenuo; me hubiese gustado algo más de misterio, pero a Ellen enseguida se le ve el plumero, y a veces el comportamiento de los demás personajes es un poco tonto, la verdad. Pero no deja de ser una peli muy interesante y una joyita para conservar, sobre todo por la fascinante y compleja protagonista-villana. Hay dos frases en el film, pronunciadas por otros personajes, que son las que mejor la definen: “Ellen siempre gana” y “Eres la persona más digna de lástima que conozco”. Lo tenía todo para ser feliz, lo malo es que estaba muy loca.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Con faldas y a lo loco: Travestidos

Con faldas y a lo loco (cuyo sugerente título original es Some like it hot), es una comedia de 1959, dirigida por el prolífico maestro Billy Wilder, uno de los realizadores icono de las décadas de los 40, 50 y 60. Austríaco emigrado a USA, fue toda una institución en el mundo de la comedia clásica americana, sobre todo por sus films con la genial pareja Jack Lemmon-Walter Matthau (En bandeja de plata, Primera plana, Aquí un amigo…). También dirigió dramas románticos agridulces, como Sabrina, El apartamento, Irma la dulce, dramones como El crepúsculo de los dioses, o un drama-thriller judicial, Testigo de cargo, con las super-estrellas Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power. Muchas de sus películas son colaboraciones con el maravilloso Jack Lemmon, a quien dio uno de sus primeros papeles importantes en Con faldas y a lo loco. Ésta es una comedia de enredo y de confusión de identidades ambientada en los glamourosos años 30, en plena época de gangsters. Los protas son Jack Lemmon y el guapísimo Tony Curtis, que interpretan a Joe y Jerry, dos amigos, músicos de jazz aficionados al juego y a buscarse la vida, que van por todo el país tocando en distintas orquestas. Un día son testigos involuntarios de un tiroteo entre bandas rivales en Chicago, y huyendo de los gangsters, que les han descubierto, encuentran trabajo en una orquesta que va a tocar en Florida. Pero resulta que es una orquesta femenina, así que se tienen que disfrazar de mujeres; a partir de ahora serán Josephine y Daphne. Como es lógico, pasarán grandes apuros para ocultar su verdadera identidad entre tantas chicas guapas, sobre todo cuando Joe-Josephine se enamora de Sugar Kane, la solista de la orquesta, interpretada nada menos que por Marilyn Monroe. Encima, cuando llegan a Florida, tierra de millonarios solteros, uno de ellos, el maduro y simpático Osgood Fielding III, comienza a cortejar a Jerry-Daphne, y Joe, en sus ratos libres, se hace pasar por Junior, un joven adinerado, propietario de un yate y con problemas sexuales, con la única intención de ligar con Sugar. La peli es muy divertida, con diálogos ágiles, típicos enredos, confusiones, alocadas persecuciones, y el humor elegante e ingenuo de la época. El guión, adaptación de una peli alemana, fue hecho por I.A.L. Diamond. Bajo este nombre lleno de iniciales se oculta uno de los mejores guionistas de la época, rumano de nacimiento, que colaboró en muchas obras de Wilder. Pero la cinta también se beneficia mucho de la fantástica interpretación de sus actores. Jack Lemmon lo borda, siempre fue un actorazo en todo, tanto comedia como drama, y aquí está genial haciendo de señorita, a veces recatada, a veces desmelenada. Tony Curtis, uno de los hombres más guapos de todos los tiempos (me enamoré de él en Espartaco), está bastante convincente disfrazado de mujer, y no resulta ridículo, debido a su belleza de rasgos ambiguos, varonil y femenino a la vez. Marilyn también está muy bien en un papel hecho a su medida, glamourosa, guapísima, sexy, ingenua y atormentada por su adicción a los amores frustrantes; parece que se está interpretando a sí misma. Tiene escenas con Tony Curtis subiditas de tono para la época, y se ha hablado mucho de lo tormentoso que fue el rodaje por las depresiones y problemas psicológicos de la actriz, pero viendo la peli no lo parece; resulta todo tan alegre y brillante, como si encajase a la perfección. Otro personaje muy divertido es el millonario Osgood, interpretado por Joe E. Brown, un actor que no conozco de nada, pero sólo con verle la cara ya te partes de risa (es un elogio, es que tiene una cara muy graciosa). Tiene las mejores escenas cómicas de la peli con Jack Lemmon, realmente hilarantes. El mundo de los gangsters está retratado de forma también divertida e ingenua, con los jefes de las bandas rivales, que se llaman (en la traducción al español, que siempre nos resulta más entrañable) Botines Colombo y Pequeño Bonaparte. Botines y Mulligan, el detective que lo persigue, están interpretados, respectivamente, por George Raft y Pat O’Brien, dos de los actores más conocidos del cine negro de los 30-40. Con faldas y a lo loco es una comedia de gags chispeantes, agradable de ver, yo diría que un clásico inolvidable, con una de las frases más famosas de la historia del cine (no hace falta que os diga cuál es, ¿verdad?). Tal vez sea un tipo de humor ya pasado de moda, y hoy en día no nos haga reír a carcajadas, sino sólo sonreír, pero lo prefiero millones de veces al humor grueso y escatológico de las comedias americanas actuales (yo es que tampoco soy muy de comedias, la verdad).

martes, 24 de agosto de 2010

Origen: La arquitectura de los sueños

El domingo 8 de agosto vi en el cine Origen (Inception), de Christopher Nolan, uno de los realizadores más singulares y exitosos del momento, que ha sabido captar el interés del gran público con sus atmósferas oscuras y guiones complejos y enrevesados. Saltó a la fama con Memento, thriller genial y paranoico sobre la amnesia (aunque empezó con Following, film que nadie conoce, yo tampoco); después dirigió Insomnio, con Al Pacino y Robin Williams haciendo de psicópata, El truco final, thriller de magos con Hugh Jackman y Christian Bale, y las dos últimas entregas-precuelas de Batman (tiene previsto rodar más, afortunadamente), Batman begins y El caballero oscuro, las mejores de la saga con muchísima diferencia, con el maravilloso Christian Bale en el papel del héroe murciélago y el fallecido Heath Ledger como un impresionante y desquiciado Joker. Con Origen, Christopher Nolan vuelve al thriller paranoico con un puzzle enrevesado y surrealista, rozando lo paranormal, sobre el mundo de los sueños. El principal prota, Dom Cobb, es un profesional en infiltrarse en el subconsciente de otras personas cuando están dormidos y soñando, y trabaja para empresas que le contratan para, con esta técnica, robar ideas de ejecutivos de empresas rivales. Uno de esos ejecutivos, Saito, le contrata a él y a su colega Arthur para una difícil misión que consiste en hacer lo contrario: implantar una idea en el cerebro del heredero de una poderosa corporación. Es un trabajo muy arriesgado porque, al parecer, no se ha hecho nunca y puede tener consecuencias peligrosísimas en la mente de todos los implicados. Pero, si lo consiguen, además de mucho dinero, Cobb obtendrá lo que más quiere en el mundo, y a lo que no puede acceder por el momento (no voy a decir lo que es, que siempre cuento demasiado de las pelis). Cobb reúne un equipo de especialistas por todo el mundo para realizar la complicada misión, en la que tendrán que descender a los niveles más profundos del subconsciente y se encontrarán con inesperados enemigos. La película me pareció fascinante, con un guión diabólicamente enrevesado, como un rompecabezas o un cubo de Rubik (en mi época, como éramos todos muy naif, le llamábamos el cubo mágico, pero ahora hay que decir “cubo de Rubik”). Es una escalera de caracol que desciende y desciende y gira sobre sí misma. La infiltración en los sueños produce imágenes bastante espectaculares e hipnóticas. La peli es una maravilla para la vista. Hay diseños arquitectónicos que me recordaban a los dibujos del genial MC Escher (no, no es un rapero, buscadlo en internet, flojillos). Cobb, el prota principal, es Leonardo DiCaprio, que ya está consiguiendo que lo vean como un actor serio 13 años después del fenómeno Titanic (yo siempre lo he visto como un actor serio, la gente no sabe que antes de Titanic hizo películas indie poco conocidas). El magnate Saito es el japonés y muy carismático Ken Watanabe (El último samurai, Memorias de una geisha). También está Marion Cotillard, que ganó el oscar haciendo de Edith Piaf en La vida en rosa; aquí interpreta a Mal, una de las principales pesadillas de Cobb. La otra chica de la peli es Ellen Page, la joven sabihondilla de la tremenda Hard Candy y de la comedia Juno, que aquí hace de joven sabihondilla arquitecta de sueños. También salen Joseph Gordon-Levitt, del cual sólo sé que es muy guapo y que era el prota de la comedia romántica 500 días juntos; Tom Hardy, actor que no conozco de nada; el camaleónico Cillian Murphy y sus increíbles ojos azules; el ya entrado en años (y en carnes) Tom Berenger; y en cortos papeles, Michael Caine, Lukas Haas y Pete Postlewaithe; ah, y Dileep Rao, a quien nadie conoce, pero que era el entrañable médium hindú de Arrástrame al infierno (y lo mejor de dicha peli). Origen es una cinta inteligente, fascinadora estéticamente, con un guión muy trabajado y que plantea temas inquietantes. Mucha gente la ha criticado diciendo que es muy comercial y que los sueños son demasiado lógicos, que se atienen demasiado a la estructura de un guión, y que prefieren el mundo onírico disparatado y caótico de David Lynch, donde los sueños no tenían reglas; yo, la verdad, prefiero que haya reglas y lógica, porque al fin y al cabo esto es un thriller y me gusta que me hagan pensar, no como en Carretera perdida o en Inland Empire (de David Lynch las dos), donde el argumento no había por dónde cogerlo, y salí con la sensación de que me habían tomado el pelo. De Lynch me encantan El hombre elefante, Corazón salvaje y Una historia verdadera (las más convencionales), pero es que tiene otros guiones que parece que ni él sabe lo que quieren decir, lo siento por sus múltiples seguidores, que seguro que son mucho más inteligentes que yo.

domingo, 8 de agosto de 2010

Mars attacks!: Divertida invasión alienígena

Mars attacks! es una película dirigida en 1996 por Tim Burton, genial e inclasificable realizador, con sus mundos personales y oscuros, del que no voy a hablar más porque seguro que todo el mundo lo conoce de sobra. Se trata de una comedia ácida e irreverente que narra el intento de invasión de la Tierra, nada menos que por los marcianos, que son unos hombrecillos verdes, cabezones y con muy mala leche. El look de estos extraterrestres está basado en una colección de cromos que se publicó en USA en 1962. La acción comienza cuando aparecen sobre el cielo americano unos platillos volantes (al estilo de los años 50). Los especialistas que trabajan para el Gobierno descubren que vienen de Marte y, tras entrar en contacto con ellos, les preparan un amistoso recibimiento, ya que opinan que llegan con buenas intenciones, para traer el progreso o realizar acercamientos entre razas; nada más lejos de la realidad. La intención de los marcianos es exterminar a todos los humanos y apoderarse de nuestro planeta. Así que en la Tierra se preparan para la lucha. Mars attacks! es una parodia del cine de ciencia ficción de los 50 y una sátira de todos los estamentos de la sociedad americana: políticos, militares, científicos, periodistas, pacifistas, especuladores… Todos son retratados con humor gamberro, corrosivo y en cierto modo infantil, algo que no le resta mérito, al contrario, forma parte del personalísimo estilo del director. A ello contribuye también un reparto de grandes y conocidos actores, que están todos brillantes, cómicos e histriónicos (pero sin pasarse), porque Mars attacks! también es una película de personajes, eso sí, reflejados de forma caricaturesca. El gran Jack Nicholson hace dos papeles, el del presidente de USA (en una interpretación paródica e hilarante) y el de un especulador de terrenos sin escrúpulos afincado en Las Vegas. Glenn Close es la superficial primera dama. Annette Bening es la mujer del especulador, al principio pacifista ingenua, pero después uno de los personajes más “normales”. Pierce Brosnan es el asesor científico de la Casa Blanca, algo ridículo y tontaina. Martin Short es el asistente de imagen del presidente, un personaje más ridículo todavía. Rod Steiger es un asesor militar, el único que desde el principio no se fía de los alienígenas y quiere declarar la guerra. Sarah Jessica Parker es una periodista de modas que parece una parodia anticipada de su personaje en Sexo en Nueva York. Los jóvenes Lukas Haas y Natalie Portman son dos de los personajes “normales” de la historia; Lukas Haas (muy guapo desde su adolescencia, con lo feo que era de niño en Único testigo) es el hijo menor y oveja negra (porque es el único con sentido común) de una familia desquiciada, en la que Jack Black es el hijo mayor, un marine deseando luchar por su patria. Y la siempre guapa Natalie Portman es la rebelde y sensata hija del presidente. Jim Brown (que fue un famoso jugador de fútbol americano antes que actor), es otro de los héroes, un ex-boxeador y ex-delincuente reintegrado en la sociedad. También salen, en cortos papeles, Danny de Vito, Michael J. Fox y Pam Grier. Lisa Marie, modelo de belleza gélida y extraña y en esa época novia de Tim Burton, es una alienígena infiltrada. Y también sale Tom Jones, interpretándose a sí mismo, pilotando, disparando y cantando “It´s not unusual”, genial. Un casting de lujo para una película de humor disparatado y efectos especiales surrealistas; no tiene precio ver cómo los marcianos se cargan a los terrícolas con armas y tecnología impredecibles o cómo se lo pasan en grande destruyendo los monumentos más emblemáticos de USA y el mundo. También es fantástica la banda sonora de Danny Elfman, colaborador habitual de Burton, con sus sonidos espaciales, y repleta de canciones horteras. Mars attacks! es una cinta divertidísima, una patada a la sociedad americana, mundial y extraterrestre, donde los héroes son los perdedores solitarios. Es el reverso oscuro de Independence day (que se estrenó por las mismas fechas); pocos hubieran podido derribar el sistema con tanta ironía y al mismo tiempo conseguir que lo pasemos tan bien.

miércoles, 4 de agosto de 2010

House on haunted hill: La mansión del miedo

House on haunted hill es una película de 1959, dirigida por William Castle, realizador que hizo varias originales y resultonas cintas de misterio y terror en las décadas de los 50 y 60. También fue un empresario que aportó novedosas ideas en el concepto del terror como diversión. Dos de sus películas más conocidas son Los 13 fantasmas y ésta de la que voy a hablar, House on haunted hill; son films de un terror muy naif, muy de serie b, con efectos especiales “caseros” y con la ingenuidad de los años 50. De las dos películas se hicieron remakes, en 2001 y 1999, respectivamente, versiones más elaboradas que las originales, pero que intentan respetar la esencia de éstas. En 1999, Robert Zemeckis, Joel Silver y Gilbert Adler fundaron Dark Castle Entertainment, compañía cuyo nombre es un homenaje a William Castle y que ha producido películas como los dos remakes mencionados, o Barco fantasma, otro film de terror con el mismo espíritu de serie b (por cierto, parece haber pocas personas en el mundo a las que les gusten estas tres películas, pero a mí me encantan). El actor más conocido de House on haunted hill es el gran Vincent Price, todo un icono en el cine de terror de los 50 y 60. Interpreta a Frederick Loren, un excéntrico millonario que decide alquilar la mansión en cuestión para celebrar la fiesta de cumpleaños de su mujer, pero lo hace de una forma muy especial, porque los invitados son cinco personas que no le conocen ni se conocen entre sí, y a los que ofrece diez mil dólares (un pastón para la época) si son capaces de pasar (mejor dicho, si sobreviven) toda la noche en la casa, que tiene un pasado oscuro de asesinatos y fama de albergar espíritus malignos. Vamos, que Frederick Loren está como una cabra, pero peor están los invitados, que aceptan la propuesta, unos por el dinero y otros porque son escépticos y así pueden demostrar la teoría de que los fantasmas no existen. Así que se reúnen todos allí con Loren y Annabelle, su mujer; a las 12 de la noche se cierran las puertas y ya nadie podrá salir. ¿Lograrán sobrevivir a los espectros de la casa encantada? La película es una mezcla de thriller y terror de espíritus, con efectos especiales muy, muy artesanales: esqueletos de plástico, fantasmas que se pasean sobre raíles… Los personajes están muy definidos, cada uno con sus peculiaridades. Loren y su esposa se odian a muerte (literalmente), y sus diálogos cínicos y corrosivos son de lo mejor de la cinta. Hay una pareja medio romántica, compuesta por la chica buena, a la que le dan los peores sustos y hay que rescatarla todo el tiempo, y el valiente y atractivo galán. Hay un personaje bastante desquiciado, que es el dueño de la casa y uno de los invitados a la extraña fiesta, y que está todo el tiempo relatando crímenes de los que ha sido testigo en la mansión, entre ellos el de su propia esposa. También hay un psiquiatra escéptico, que quiere demostrar la teoría de la histeria, o algo así, y una periodista que quiere escribir un artículo sensacionalista. La peli es ingenua, simplona, y cutre técnicamente, pero tiene el encanto y la originalidad de lo antiguo. Yo me lo pasé muy bien con los esqueletos de juguete y los fantasmas de atracción de feria (atención al tanque de ácido que está en el sótano de la casa, que da pie a escenas macabras y delirantes). Los actores, exceptuando a Vincent Price, no son muy conocidos (aunque me suena el nombre de Elisha Cook), pero destaco a la guapísima Carol Ohmart, que interpreta a Annabelle y está fantástica en su papel de esposa-enemiga. El remake que se hizo 40 años después, en 1999, parte del mismo argumento, pero tiene más elementos en la trama y resulta más compleja y perversa. El papel del millonario (de apellido Price, en honor a Vincent Price), y su mujer, llamada aquí Evelyn, lo interpretan magistralmente Geoffrey Rush y Famke Jansen. Más que un remake, se puede considerar un homenaje, con carácter de serie b y estética de los 90, una película que me parece genial, pero de eso ya hablaré otro día.